Un aristócrata dispuesto a no amargarse
por nada, a reírse de todo y eso que vivió ¡como aristócrata! la Revolución
Francesa. Uno de los tiempos más denso y libertino que los hombres han vivido.
“Soy como todo
el mundo. Mejor de lo que algunos piensan, peor de lo que piensan otros. Y la
reputación depende siempre de demasiadas personas que, además, no la tienen”.
La escribió el Principe de Ligne, quien a lo largo de su vida se trató con lo más
granado del intelecto de la época. Y no crean que les exagero lo más mínimo.
Sirvan de botón de muestra el filósofo
francés Rousseau, la zarina Catalina de Rusia, el filósofo y
escritor francés Voltaire o el
polifacético Casanova.
Espíritus superiores sin lugar a duda,
pero también humanos.
Les digo esto porque el príncipe contaba
que, en cierta ocasión, oyó tirarse a Voltaire un pedo extraordinario, mientras
escribía en su cama y pensaba que estaba solo en su estancia.
Al parecer fue una ventosidad pedregosa,
‘de albañil’. Ya me entienden. Y es que como dijo otro filósofo: “somos humanos, demasiado humanos”.
Por lo demás, ignoro si el príncipe
llevó a la práctica su máxima y si ésta le hizo más feliz.
Sabido es que del dicho al hecho…
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