En efecto. Los osos
polares no tienen el pelo blanco. En realidad su pelo carece de color ya que es translúcido
y está hueco. Para que se haga una
idea son como pequeños tubos de vidrio.
Es esta primera
característica física del pelo, junto con el hecho de que en la capa más interna
del pelaje exista una infinidad de diminutas burbujas de aire, cuya función principal es la de procurar el aislamiento térmico del animal, las
causantes de la apariencia blanca de su pelaje.
Y es que, además de
actuar como aislante, las burbujas de aire suspendidas entre el pelaje propician
la aparición de diferentes fenómenos
ópticos como la dispersión y la reflexión de la luz incidente.
Con el resultado ya conocido:
esa falsa sensación de blancura del pelaje.
Pero en realidad éste
no es blanco. De hecho, en determinadas circunstancias y lugares puede verse
amarillento o incluso pardo claro.
Lo que sí tienen
iguales todos los osos polares es la piel,
que resulta que es negra.
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