martes, 4 de abril de 2023

Centenario de Einstein en España, 1923. Visita a Ramón y Cajal

(Continuación) Para empezar, la conferencia no resultó ser sólo una seria disertación sobre relatividad general pues, por lo que se contó en los mentideros de la corte, la misma estuvo cargada y salpicada de escenas de humor.

Al parecer, a veces, ocurría que Einstein no pronunciaba bien alguna palabra en español o se le atragantaba una expresión, lo que terminaba provocando las sonrisas de los asistentes. Otras, al no encontrar el término correcto en francés, el físico lo decía en alemán, para que a su vez alguien del público lo tradujera de manera espontánea al español. En fin, lo que se dice, algo serio, divertido y didascálico.

Es más, tras finalizar la conferencia y responder a las consabidas y pertinentes preguntas de rigor, se fue a visitar en su domicilio a nuestro primer nobel científico, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) a quien conocía y admiraba desde hacía veinte años, que estaba enfermo en cama por lo que no había podido asistir a su nombramiento como académico del día anterior.

Recordar que en 1920 Ramón y Cajal, entonces Presidente de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), junto a Rey Pastor había invitado a Einstein para visitar España, un encuentro que no pudo ser por problemas de agenda del alemán y que se retrasó tres años.

Acerca del encuentro entre los dos sabios

A un siglo vista, sigue sin estar claro ni quién propuso y organizó el encuentro entre los dos nobeles, Ramón y Cajal y Einstein, ni cómo lo pudo conseguir teniendo en cuenta las dificultades de ambos: las del físico relativista, de naturaleza temporal, dada la apretada agenda que tenía programada para sus días en la capital.

Y las del neurocientífico -jubilado el año anterior como catedrático y que ya había declinado asistir a multitud de actos y homenajes que por dicho motivo se le habían tributado-, por su delicado estado de salud debido a su edad, 71 años, y a las secuelas que padecía de la malaria que contrajo en Cuba; unas circunstancias a las que hay que sumar una progresiva sordera que dificultaba sus conversaciones y otros achaques.

Pero el caso es que, a pesar de todo y al parecer de todos, a las ocho y media de la tarde de ese lunes 5 de marzo la estrella del momento, Albert Einstein, estaba con un más que consagrado Santiago Ramón y Cajal, quien diecisiete años antes había sido galardonado con el Premio Nobel en Medicina de 1906, junto al catedrático de la Universidad de Pavía, Camilo Golgi.

Y poco más

Y poco más le puedo contar acerca del encuentro, un encuentro en la cumbre que diría alguien, y al que al parecer lo llevó en su propio coche el pariente de su mujer Elsa, Kuno Kochertaler. (Continuará)

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