jueves, 13 de abril de 2023

Científicos deportistas: Darwin

No le voy a desarrollar en estos predios las múltiples ventajas que la práctica del deporte nos aporta a todos y cada uno de nosotros, como tampoco veo necesario enumerar las razones por las que nos gustan los deportes, en principio casi tantas como personas que los practican. Unas razones que son únicas para cada individuo y sus propias experiencias y expectativas vitales, pero que todas conducen a que veamos en el mismo, mucho más que un simple ejercicio o juego.

Por lo general el deporte tiene la extraordinaria capacidad de unir en un objetivo común a personas que somos bien dispares en fondo y forma, y que por otro medio nunca interactuaríamos. De hecho, voy más allá, leí no hace mucho una investigación sobre psicología deportiva en la que el profesor Daniel Wann, de la Murray State University, parecía inducir que el hecho de identificarse con un equipo deportivo, puede tener beneficios legítimos para la salud mental. No le digo más.

Deportistas y científicos, ¿un oxímoron?

Y estas son unas afirmaciones que nos atañen a todos los humanos, a todos, incluso a aquellos en los que muchos de nosotros nunca pensaríamos (sí, me refiero a los científicos), al considerar que ciencia y deporte no pueden ir unidos, que son dos mundos no sólo diferentes sino excluyentes.

Un error de consideración que desde estas líneas vamos a intentar subsanar en la medida de nuestras posibilidades, pues en un científico su cerebro y su cuerpo, el esfuerzo mental y el esfuerzo físico, nunca han sido incompatible ni rivales.

Es más, algunos de los científicos más renombrados de todos los tiempos también fueron atletas más o menos dedicados y destacados e, incluso, de élite. Y a ellos vamos a dedicar las siguientes entradas, expuestas por orden cronológico a falta de un mejor criterio, en la que uniremos científicos y deportes.

Charles Darwin (1809 -1882)

Del naturalista inglés -autor entre otras obras de 'El origen de las especies, 1859' donde justifica con ejemplos empíricos la idea de la evolución biológica a través del mecanismo de la selección natural- y para el asunto que nos trae hoy sólo le diré que le gustaba mucho caminar, vamos que era un andarín nato.

Y lo hacía sólo o acompañado, con lluvia o con sol, no le importaban estos factores externos, él lo tenía claro y realizaba al día tres caminatas de 45 min pues formaba parte no solo de su rutina física sino también de la intelectual, al considerar que estos paseos le ayudaban a estimular la creatividad.

Tengo leído, lo siento no recuerdo dónde, que los filósofos Kant y Nietzsche también solían pasear durante horas y por motivos parecidos, y por si hay una pregunta en el aire (Pantoja, ‘dixit’), la respuesta es sí, el caminar es una práctica deportiva. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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