(Continuación) Y sin abandonar el siglo decimonónico, pero adentrándonos ya en el XX, introduzco un cambio de disciplinas científicas y de deportes, empezando por un fisiólogo ruso que practicó un deporte parecido a los bolos.
Iván Pávlov (1849-1936)
Conocido y reconocido por su
hipótesis acerca del condicionamiento
clásico, el Perro de
Pávlov o el Perro pavloviano como
prefiera, este fisiólogo ruso galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1904, destacó en el deporte de origen ruso llamado gorodki.
Un juego tradicional ruso parecido a los bolos, pero que se juega en el exterior y en vez de una pelota se usa un pesado palo, y del también eran muy aficionados otros destacados rusos como Leon Tólstoi, Joseph Stalin o el mismísimo emperador Pedro I el Grande.
Pero Iván era un hombre muy
activo y también solía acudir con regularidad a un gimnasio de San Petersburgo
para mantenerse en forma mientras trabajaba en el Instituto de Medicina
Experimental de la Academia de Ciencias de la República Checa; una práctica
ésta, la del culturismo, que compartía sin saberlo con nuestro siguiente
deportista científico, además de un preciado galardón del que sí tuvo conocimiento.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
Sí, nosotros también hemos tenido algún deportista entre nuestros científicos más renombrados, nada menos que un Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906, que además fue culturista; me refiero a Santiago Ramón y Cajal, con una historia deportiva que empezó en su juventud y por una “chiquillada” como quien dice.
Al parecer, un día, perdió un
pulso que le echó a un amigo y le sentó tan mal la derrota que se inscribió en
un gimnasio de la Plaza del Pilar (Zaragoza), decidido a aumentar lo más posible
su musculatura y tanto afán le puso que terminó por adquirir una extraordinaria
fuerza física y un más que marcado desarrollo muscular.
Unas atléticas características que él mismo recoge en su libro ‘Recuerdos de mi vida’, al describirse de la siguiente forma: “Ancho de espaldas, con pectorales monstruosos, mi circunferencia torácica excedía de ciento doce centímetros y al andar mostraba esa inelegancia y contorneo rítmico característico del Hércules de Feria”. Genio y figura.
Matrimonio Curie
Nada que añadir de
este matrimonio (Marie y Pierre) -que compartió el Premio Nobel en
Física de 1903 con el físico Henri Becquerel (Marie, años
después y en solitario, recibió el Premio Nobel en Química de 1911)- en lo que
concierne al campo científico, algo que no ocurre con el deportivo, del que
apenas hemos dicho nada. (Continuará)
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desean ampliar información sobre ellas.
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