lunes, 2 de mayo de 2016

‘Philosophiæ naturalis principia mathematica’. Presentación (y 4)

(Continuación) Justo por tanto reconocer este hecho y mostrar gratitud a quien posibilitó la existencia de uno de los libros más importantes de todos los tiempos.

Según consta, el 30 de junio 1686, la Royal Society otorgaba la licencia para la publicación del libro de Isaac Newton titulado Philosophiae Naturalis Principia Mathematica.

30 de junio 1686, licencia de publicación
Así que es en 1686 cuando el manuscrito de Newton, que es tan solo una parte de lo que terminaría siendo el Principia, sale a la luz pública, pesar de las reticencias iniciales de su autor.

Un libro que marcaría un punto de inflexión en la historia de la ciencia.

Claro que para eso hubo que superar primero algunos escollos con respecto a la autoría de la conocida como ley del cuadrado inverso de la distancia. Y después ampliar la obra con dos libros más.

El segundo libro, aunque listo para la prensa en el otoño de 1686, no fue enviado a la imprenta hasta el 1 marzo de 1687. Y el tercero se lo envió a Halley un mes después, el 4 de abril de 1687.

Este último, sobre el movimiento de los cuerpos celestes, es realmente el más importante y sin él Principia no hubiera sido lo que fue y aún es.

5 de julio de 1687, fecha de publicación
Finalmente, el 5 de julio de 1687 se publican los tres libros juntos. Digo esta fecha porque es la que está considerada por la mayoría de expertos como la de publicación de los Principia.

Desde esas conversaciones en octubre de 1684, cuando Halley lee un resumen de la gravedad newtoniana, hasta el verano de 1687 cuando se publica la obra completa, habían transcurrido casi tres años.

Los que necesitó el genio para redactar su obra magna. Dicen que Dios hizo el mundo en seis días y que el séptimo descansó.

Una obra, la de Newton, en la que podemos encontrar fundamentos de la física clásica y la astronomía, y en la que se formulan sus famosas tres leyes del movimiento. Unas leyes que son únicas para todo el universo.

Como única es la interacción gravitatoria responsable, tanto de la caída vertical de los cuerpos en nuestro planeta, como de la órbita que describe nuestro satélite, la Luna, alrededor de la Tierra.

A partir de Newton ya no se hablará de una “mecánica terrestre, sublunar” y de otra “celeste, supralunar” sino únicamente de mecánica.

Se trata del primer paso en el sueño del hombre de unificar todas las fuerzas en una sola. Un sueño en el que aún está sumergido. Pero esa es una historia que merece ser contada en otra ocasión, por lo que lo dejo aquí.

Aunque les adelanto el título. No puede ser otro que ‘Philosophiæ naturalis principia mathematica’. Publicación.

Por cierto, como se habrán imaginado, el tal E. Halley no es otro sino el del famoso cometa que terminaría llevando su nombre.

Otro epónimo más del que, ahora que caigo, les debo una segunda entrega, junto con una química entrada baquelitera.

O lo que es lo mismo, de la física a la química sin solución de continuidad. Como debe ser.



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