viernes, 20 de mayo de 2016

Mujeres inventoras (2)

(Continuación) Una actividad que con la llegada de los tiempos modernos (siglos XIX y XX) abarcaron otros campos extramuros al hogar, como la industria, la informática, la automoción, etcétera.

Inventos femeninos
Desde mi ignorancia, sus invenciones van de lo fantasioso hasta lo impresionante, pasando por lo práctico. Y es que no hay la menor sombra de duda sobre el talento natural de la mujer para los inventos.

Y no la hay porque, sencillamente, este talento es el mismo que el del hombre. Ni más ni menos. Son la otra mitad.

Otra cosa son los condicionantes sociales y los estereotipos que las han encasillado, frenando el desarrollo de su creatividad, negando su participación o impidiendo que se sepa de ella.

De ahí que localizar las aportaciones de la mujer al mundo de los inventos o su contribución a la tecnología, sea una labor dificultosa.

Más ardua aún si cabe que en otros campos de la ciencia, de cuyos motivos ya les he escrito con anterioridad. Un plus añadido de dificultad que deriva, más que nada, de la legislación que sobre las patentes, existía hasta no hace mucho en la mayoría de los países.

Una cuestión de patente
Han de saber que durante siglos las mujeres, por su mera condición femenina, no han podido poseer ninguna propiedad a su nombre. Ninguna incluida, claro, la propiedad intelectual.

Es decir, que si querían patentar la solicitud de su invento debía de ir a nombre del marido, del padre, del hermano o del hijo. Cualquier pariente podía ser, siempre que fuese varón. Ellos eran además, los que recogían los beneficios económicos de los inventos. No había otra.

Y esto fue así en el Reino Unido y Estados Unidos hasta finales del siglo XIX. En España, lo que son las cosas, fue un poco antes, en las primeras décadas del siglo XIX.

Es decir que hablamos de un par de siglos. Que se dice pronto.

Un motivo más para que durante mucho tiempo, los logros de las inventoras permanecieran casi totalmente ignorados.

Como en el caso de las científicas, la representación japonesa de la “mujer ideal” conocida por todos, el de las tres monas, una que se tapa los ojos, otra las orejas y esotra la boca, podría servir para las inventoras.

Pero las inventoras también existen.

Patentes femeninas
La protohistoria de las patentes femeninas comienza en 1637, estamos pues a poco de que se cumplan trescientos ochenta (380) años.

La primera patente concedida a una mujer, fue a la británica Amye Everard, por su tintura de azafrán y su preparado de esencia de rosas.

Por desgracia poco más se sabe de ella. (Continuará)



1 comentario :

Raquel Rebollo dijo...

Parece un nueva línea de edición de lo más prometedora. Enhorabuena