Hace casi cuatro años ya, ¡cómo pasa el tiempo!, les escribía desde esta misma tribuna sobre este palabro, preguntándome/les: ¿Qué es la serendipia?
Les decía entonces que se trataba de una de las traducciones españolas del término inglés serendipity, un neologismo técnico que no terminaba de encajar entre nosotros.
En aquel entonces también se traducía por serendipismo, serendipidez, serendipiti, ya ven a cada cual peor.
Lo cierto es que no se encontraba un término adecuado y les decía eso tan socorrido de “ya veremos en qué queda. Demos tiempo al tiempo, que el tiempo...”.
Incluso, en mi insensatez bloguera, les hablaba de mi traducción favorita. Hace ya algunos, más bien muchos, años los niños de mi barrio, cuando queríamos quitar importancia a la hazaña realizada por alguno le decíamos: “¡Bah!, no vale, te ha salido de chamba”.
Con esta reacción está claro que le queríamos quitar méritos. Cosas de la envidia humana. Intentábamos así adjudicar a la casualidad favorable, el mérito de la acción realizada.
A mí, qué quieren que les diga, me gustaba y me sigue gustando chamba, la serendipia a la española. Pienso que será porque me retrotrae. Lo de un servidor, es cada vez más evidente, se trata ya de una cuestión de edad.
Pero a lo que iba. Ya no hay que esperar para ver en qué queda la cosa. La Real Academia Española se ha quedado con el término serendipia, para referirse a aquellos descubrimientos que se producen por azar, sin pretenderlo ni buscarlo.
Y lo ha hecho en la última edición de su diccionario, la vigésimo tercera.
Cifras del Diccionario de la Lengua Española, 2014
A esta vigesimotercera (23ª) edición -auténtico colofón de las conmemoraciones del tricentenario de la Academia, y que ha sido publicada trece (13) años después que la anterior (2001)-, le acompañan unas cifras que llaman la atención. Juzguen ustedes.Para empezar es fruto de la colaboración de las veintidós (22) corporaciones integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y cuenta con unas cinco mil (4600) entradas nuevas, aunque faltan unas mil trescientas (1300) de las antiguas, que han salido por diferentes motivos.
El nuevo diccionario tiene más de noventa y tres mil entradas (93 111) y casi doscientas mil acepciones (195 439), escritas en un volumen que contiene dos mil trescientos setenta y seis (2376) páginas.
Un volumen que cuesta noventa y nueve euros (99 €) y tendrá, según la propia RAE, una tirada en España de cincuenta y cinco mil (55 000) ejemplares. De tamaño me dicen que es más pequeño que sus antecesores y, por ende, más manejable.
Por cierto que la nueva edición no estará, por ahora, disponible en la Red. Una diferencia a destacar con la anterior que, desde 2003, tiene una versión electrónica gratuita que hasta el momento ha sido objeto de más de veinte mil (21 000) actualizaciones.
Por lo que he podido averiguar, recibe de media un millón trecientas mil (1 300 000) consultas diarias, la mayoría llega desde España, México, Argentina, Estados Unidos y Colombia.
Y por no cansarles, hasta aquí las cifras de este último esfuerzo panhispánico de las academias de la lengua, para compartir casi un centón de miles de términos desde la pluralidad.
Voces del Diccionario de la Lengua Española, 2014
Desde la pluralidad porque, en esta 23ª edición, se ha añadido un buen número de americanismos, palabras documentadas en al menos tres países y que suponen un diez por ciento (10 %) de las acepciones; algún que otro guineanismo y, por supuesto también, españolismos. Pero un diccionario que quiere se panhispánico, debe alejarse de la perspectiva peninsular.
Como ya se puede imaginar, las nuevas voces pertenecen a distintos campos del conocimiento y quehacer humano. Desde el de la política y la economía. Hasta el de la ciencia y medicina. Pasando por el de la tecnología e Internet. Y sin dejarnos atrás el de la moda y otros más coloquiales.
Son las nuevas voces del Diccionario de la Lengua Española, 2014.
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