El doodle de Francisco Giner de los Ríos

Desde finales de mayo, en esa ocasión dedicado a una mujer, no aparecía en EnroquedeCiencia un doodle dedicado a un científico. El del pasado viernes, ya lo ven, homenajea a un español con motivo del ciento setenta y cinco (175) de su nacimiento.

Es el reconocimiento del buscador Google al pedagogo, filósofo y ensayista Francisco Giner de los Río (1839-1915), uno de los intelectuales más importantes en el panorama cultural español.

Creador y director de la Institución Libre de Enseñanza (1876), también fue impulsor de otros notables proyectos, complementarios o paralelos, para la educación española como el Museo Pedagógico Nacional (1882), la Junta para Ampliación de Estudios (1907), la Escuela Superior de Magisterio (1909), la Residencia de Estudiantes (1910), el Centro de Estudios Históricos (1910), el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (1910), la Fundación Giner de los Ríos (1915), el Instituto-Escuela (1918), las Misiones Pedagógicas (1931) entre otras.

Educación moderna

Tras lo dicho, pocos pueden dudar en la actualidad que Giner de los Ríos fue el hombre que modernizó la educación en España, el auténtico padre de la educación laica y humanista española. Y lo hizo a partir de una única idea: la de humanizar educando.

Él fue heredero directo de las tesis de la línea ideológica denominada krausismo, que en la España finisecular del XIX introdujo Julián Sanz del Río (1814-1869), y que en nuestro país no quedó sólo como una filosofía alentadora de la razón cercana al positivismo.

Aquí llegó a ser algo más que eso. Fue un estilo de vida, una manera de pensar y una praxis que pretendía reformar y alentar la base intelectual del individuo.

Sin duda fue el primer español moderno, cuyo legado como pedagogo, ensayista y filósofo no hubiera sido tan destacado sin su mayor creación: la Institución Libre de Enseñanza.

Institución Libre de Enseñanza (ILE)

Fue creada en 1876, junto con otros intelectuales de la época, como un organismo educativo privado y laico, naciendo primero en las universidades para, después, abarcar otros niveles educativos como primaria y secundaria.

En su proyecto se planteaba una universidad española que no debería ser sólo una corporación de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida. Una institución en la que se defendía la libertad de cátedra y se rechazaban las correas dogmáticas que trataban de imponerles.

Con sus novedosas técnicas pedagógicas, que rompían con todo lo anterior, la ILE se convirtió en la vanguardia de la educación. Y la bocanada de aire fresco que aportó a la decadente España de finales del XIX, fue fundamental para conformar el sentir de los futuros miembros de la Generación del 27.

Sin olvidarnos que fueron sus puertas la entrada para el pensamiento de algunas de las mentes más destacadas del panorama internacional. Estamos hablando de Charles Darwin, John Dewey, María Montessori, León Tolstoi o H. G. Wells, que colaboraron con el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE).

Una publicación en la que también se recogieron destacadas voces españolas: Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín o Eugenio D'Ors.

Tras la Guerra Civil, las obras de Giner de los Ríos en general y la ILE en particular, fueron censuradas y condenadas por el régimen franquista, en ese proceso de depuración que sufrió el magisterio español.

Por suerte años después, a partir de 1982, parte de sus enseñanzas y legado se han recuperado.

Estamos en deuda con Giner

Así piensan no pocos intelectuales. Años después, Manuel Azaña, dijo que todo cuanto existía de pulcritud en la España de su tiempo lo había creado Giner. Y Ortega y Gasset se refirió a él como una de “las pocas figuras verdaderamente egregias y profundas”.


La España actual le debe mucho porque, buena parte de sus ideas siguen vigentes, continúan estando de plena actualidad.

Es probable que el pensador granadino se adelantara en un siglo a las reformas educativas que aplicó o intentó aplicar la LOGSE. Qué bien hubiera venido su presencia.

Sin embargo ya ven como estamos, educativamente hablando. Al final va a ser cierta la lapidaria y lampedusiana frase: “Que todo cambie para que todo siga igual”.