O sea que todo queda abierto, por lo que...
Así acababa la anterior entrada. Pero la cuestión es otra: ¿Quién propicia este temor?
¿Quién propicia este temor?
Para contestar a preguntas del tipo ¿quién? o ¿por qué?, ya se lo he comentado en alguna que otra ocasión, hay que tirar de un latinajo, el conocido Quid prodest o “¿a quién beneficia?”.La clásica expresión va en una línea de razonamiento que apunta a que pensemos, lo que de esclarecedor tiene el preguntarse por quién o quiénes, se benefician con los resultados de un acto, cuya autoría se trata de determinar.
Porque según ella, quien se beneficie tiene muchas probabilidades de ser el culpable. Y éste que hoy nos trae, ¿a quién beneficia? ¿Se le ocurre algo al respecto?
Estarán conmigo que se trata de un buen método para averiguar, quién está detrás de muchos de los supuestos sucedidos que por nuestro lado pasan; sea bajo el nombre de leyendas urbanas, fenómenos paranormales, curaciones milagrosas o paraciencias varias.
Comprenderán que por cuestión de espacio y tiempo, no puedo ir mucho más allá en esta entrada.
Pero un ligero repaso a la temática le permite ver a cualquiera cómo, con la aparición en prensa de publicaciones que reclaman extremar las precauciones con esta tecnología y restringir su uso en las escuelas y espacios públicos, proliferan las asesorías técnicas y toda una panoplia de servicios de atención y mantenimiento, no contrastados del todo de manera científica. Ya me entienden
Un negocio a lo que se ve rentable pero que necesita, y de forma periódica, de la publicación de determinadas noticias que vuelvan a sacar a flote viejos miedos, incertidumbres y dudas ¿Está aquí la verdad de la mentira? ¿O es ésta la mentira de la verdad?
Y ya en otro nivel de preocupación, un atento seguidor del blog me pone sobre la pista de una posible relación entre los campos electromagnéticos generados por los teléfonos móviles y la libido de los conejos sometidos a ellos ¿Qué pasa con la libido telefónica de los conejos?
La libido de los conejos
Hace unos días, acabando esta entrada que tiene ante sus ojos, me llegaba una doble información más o menos relacionada con ella. De un lado, la confirmación de que Francia retira las conexiones inalámbricas en los colegios. En fin.Y de otro un estudio según el cual, las ondas que emiten los teléfonos móviles pueden llegar a arruinar la vida sexual de los conejos. Qué me dice. De los conejos nada menos, con lo que son ellos para la cosa esta del sexo. Pues nada, le ha tenido que tocar, que ya es mala suerte.
Indagando algo más sobre esta segunda noticia, compruebo que los resultados han sido publicados en uno de los últimos números de International Journal of Impotence Research y tras ojearlo, en efecto, así parece ser.
En principio parece haber evidencias de que los mamíferos sometidos a la exposición de estas ondas, comparados con los de un grupo de control, no solo se mostraban más inapetentes y apáticos con sus parejas sexuales sino que, los que consumaban el coito, tardaban menos tiempo.
Sin embargo, en las analíticas hormonales que se les efectuaron no hallaron diferencias significativas entre unos y otros.
Un dato que unido a algunas limitaciones metodológicas del experimento, les obliga a admitir que los resultados sobre la nocividad de las ondas electromagnéticas de los terminales, en el comportamiento sexual conejil, no son concluyentes.
Pero volvemos a lo mismo. Aunque no sea concluyente se publica, por lo que no deja de ser más madera para la locomotora de los miedos irracionales. Nihil novum sub solem.
Y hablando de miedos. En más de una ocasión habrán podido leer que, aunque invisibles, desde que el mundo es mundo, los humanos vivimos inmersos en un océano de ondas electromagnéticas, tanto naturales como artificiales.
Es más, que existimos como especie animal, y somos como somos, gracias a ellas. Una continua interacción onda-materia que no pasa desapercibida para cualquier organismo, ya que deja su huella genética en las células que lo componen.
Les traigo esto a colación porque, dado lo que utilizamos los móviles, para algunos es casi un apéndice, y lo que dicen que les hace a los conejos...
Bueno pues eso. Si pertenecen al grupo de los temerosos ondulatorios, que se lo hagan ver. Por si acaso.
Dicen que más vale prevenir...
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