(Continuación) Por lo general, ciencia y creencia, suelen ser malas compañeras del viaje racional, por lo que no deben estar juntas. Sólo cuando acabe una, debe empezar la otra. Y no importa el orden por el que empiece.
Creacionismo científico
Como tampoco está en el mismo nivel de racionalidad, la nueva cara que nos quieren ofrecer del creacionismo. Lo han dado en llamar Creacionismo científico. Un error en el fondo y en la forma.En el aspecto formal se trata de una expresión poco afortunada. Si se fija bien, en realidad, es un oxímoron. O se cree uno doctrinalmente que fue creado por Dios. O demuestra científicamente que evolucionó de otros seres.
O lo uno o lo otro. Pero los dos juntos no. Lo dicho un oxímoron pseudocientífico.
Y respecto al fondo del asunto, tres cuarto de lo mismo. Se trata del mismo viejo creacionismo, sólo que revestido de un supuesto barniz científico que, en realidad, es falsa ciencia.
Debajo de él subyace una idea también pseudocientífica; se la conoce como Diseño inteligente.
Por ir acabando, y en relación con los tiempos convulsos de los que les hablaba al comienzo, me ha venido a la mente la cita del fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, quien aconsejaba “No hacer mudanzas en tiempos de tribulación”.
Claro que el consejo del hombre santo, tengo para mí, nada tenía que ver con el asunto que nos trae. O sí. Verán por donde voy.
Sucede, que lo que él pretendía con el consejo de la no mudanza, nada tenía que ver con un superficial cambio de sede. Él iba tras algo más profundo. O sea que no.
Bueno, por completar lo de la cita ignasiana, me gustaría hacer un apunte más.
A veces se suele adjudicar su autoría a la santa de Ávila, a santa Teresa de Jesús y, hasta donde sé, es un error. De ella, de quien se dice que levitaba, sí es una frase con respecto a su tierra. Frente a sus murallas dijo: “De Ávila, ni el polvo”.
Y sí. No se me olvida: ¿Tenían ombligo nuestros primeros padres?
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