(Continuación) Lo sabemos porque Dios, saliendo al encuentro de Adán le pregunta: “¿Has comido del árbol que yo te mandé que no comieses?” (Génesis 3:11).
Y a él le faltó tiempo para culpar a Eva (instigadora) y ella, natural, hacer lo propio (instigada) descargándose en la serpiente, que desde entonces arrastra el animal esa rémora.
Una vieja historia ésta, la de inculparnos unos a otros, que no hemos dejado de repetir.
En busca de motivos
Habiendo quedado evidente, por un lado, el doble hecho palmario de que ignoro por qué la manzana ha suplantado al higo como símbolo de la fruta pecaminosa, y el manzano, Malus pumila, ha privado a la higuera, Ficus carica, del honor de ser el árbol de la ciencia del bien y del mal.Y consciente de tal carencia cognitiva por otro, a modo de disculpas me permito apuntarles un par de pistas, por si tienen a bien considerarlas.
Una de ella nos vendría de un posible fallo de traducción de “mal” por “manzana”. Un recurso socorrido lo sé, por lo que lo dejo ahí.
De este último todos tenemos la imagen pictórica de sus dos tablas Eva y Adán (1507).
Sobre un suelo lleno de piedras y que se adivina polvoriento, se le ve a él sujetando con su mano izquierda una rama, de la que pende una manzana y cuyas hojas sirven para cubrir sus genitales.
Ella está junto al árbol, con su mano derecha apoyada en una rama y sosteniendo con la izquierda una manzana. Su sexo también está cubierto, como el de Adán, por unas hojas manzaneras.
Y sobre la fruta, enrollada en torno a una rama, la serpiente acecha. No le digo más, estamos en pecado.
¡Ah!, abro paréntesis. Un detalle que me ha llamado la atención: ambos tienen el fruto en la mano izquierda y a los dos se les ve el ombligo ¿No les resulta curioso? Cierro paréntesis.
Desde entonces, les decía, arrastramos el Pecado Original. El resto es historia conocida. O...
...De aquellos polvos estos lodos
Porque Dios se enfadó mucho con ellos y los expulsó del jardín del Edén, con todo lo que eso implicaba: vergüenza, trabajo, dolor y muerte. Las palabras sagradas no dejan lugar a dudas, entre otras: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19), o “Parirás a tus hijos con dolor” (Génesis 3:16).
Sin olvidarnos de la terrible expulsión: “Echó fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén, querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3:24).
Ni que decirles que el relato bíblico continúa narrando la vida de Adán y Eva fuera del Paraíso.
Los primeros seres humanos que poblaron la Tierra, según las creencias judía, cristiana y musulmana, y de los que me surgen dos preguntas que les traslado.
Una, ¿Qué le pudo decir Adán a Eva mientras abandonaban el Paraíso? Dos, ¿Tenían ombligo nuestros primeros padres?
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