Lámpara de suspensión Holes

Lo que cuelga y tiene ante sus ojos es otra manifestación industrial más, de la nueva sensibilidad que los años sesenta y setenta del siglo pasado, trajeron asociadas a la visión y reproducción de las formas de los entes naturales.

Les hablo de lo que hemos dado en llamar fruslerías científicas, que en esta ocasión se cosifica en una lámpara. Pero no una cualquiera.

Aunque usted no pueda captarlo, este objeto de brillo platónico, colgante y volátil, dicen que se revela con un espíritu didáctico, que va más allá de la propia fantasía y ficción de su forma.

Y que sus diseñadores, seducidos por la ciencia, nos la ofrecen como una estructura expresada a través de complejos algoritmos.

Realizada en un material sintético ligero, impermeable, resistente y reciclable, este elemento volátil decorativo a la vez que útil, tiene forma de poliedro realizado con triángulos equiláteros.

Unas caras que están horadadas cada una por tres círculos que difunden la luz. Se trata de una lámpara. Una lámpara platónica. Verán por qué la llamo así.

Lámpara platónica

Desde el punto de vista geométrico lo que están viendo es un icosaedro. Un poliedro de veinte caras, que son triángulos equiláteros y congruentes, iguales entre sí, y en cuyos vértices se unen el mismo número de caras.

Por estas propiedades geométricas, se trata de un poliedro regular convexo, aunque también se los conocen como: cuerpos o sólidos platónicos, sólidos perfectos o poliedros de Platón, entre otros.

Unos cuerpos a los que se les atribuían ciertas propiedades ocultas o maravillosas (mistagógicos). Y que deben su nombre al filósofo griego Platón (427-347 aC), quizás el primero en estudiarlos.

Además del icosaedro, son sólidos platónicos: tetraedro, cubo, octaedro y dodecaedro. Y no hay más. No entraremos en detalle pero créanme cuando les digo, que sólo estos cinco sólidos cumplen los requisitos de convexidad y regularidad.

Y hasta aquí la fruslería de esta semana. Brillo platónico.