domingo, 24 de noviembre de 2013

Gemelo de Vitruvio


Es una de las pocas joyas que los hombres podemos lucir sin perder un ápice de elegancia. Un accesorio del vestir que responde, entre otros, al nombre de gemelos.

Éste de la imagen es del tipo americano, es decir con el pasador articulado mediante un perno que permite girarlo tras haberlo introducido en el ojal.

Un modelo que resulta más fácil de poner por uno mismo, pero que es más factible de que se suelte y lo perdamos. Pro y contra.

Como seguro saben, este complemento se utiliza para cerrar las terminaciones de las mangas de las camisas de puño doble y mixto, que también las hay, y se hace pasándolos por sus ojales. Una labor no siempre fácil.

Los gemelos se realizan en diversos metales. De toda la vida se han hecho en oro y plata, aunque los que entienden se inclinan también por los metales rodio y estroncio. Dicen que son mejores en lo que respecta al movimiento del pasador.

Otras joyas elegantes en un hombre, lo digo por si salen en este escaparate de fruslerías científicas, son también el anillo, el alfiler de corbata y el reloj.

El Hombre de Vitruvio
Pero claro, no es lo arriba apuntado el motivo por el que ésta se enroca. La razón se encuentra en el motivo que lo adorna. Seguro que lo han reconocido.

Unos lo conocen como el Hombre de Vitruvio y otros como el Canon de las proporciones humanas.

Es una reproducción gemelar del famoso dibujo realizado por el ingeniero y artista renacentista italiano Leonardo da Vinci (1452-1519) hacia 1490.

Representa una figura masculina desnuda, en dos posiciones distintas de brazos y piernas pero sobreimpresas, que está inscrita en una circunferencia y un cuadrado.

La idea quizás le suene, Ad quadratum. Perdonen que se lo diga, pero ya saben que el primer deber del hombre de ciencia es la comunicación; es más, los hay que piensan que sólo es ciencia, la ciencia transmisible.

Pero además de dibujo, la figura es todo un estudio de las proporciones del cuerpo humano. Viene acompañado de notas anatómicas, realizadas a partir de los textos del arquitecto romano Vitruvio (siglo I aC), de quien toma el nombre.

Para el arquitecto los órganos sexuales dividen al cuerpo humano en dos mitades, siendo el centro del cuadrado, mientras que el ombligo determina la sección áurea a la vez que es el centro de la circunferencia.

Naturalmente, la relación entre el lado del cuadrado y el radio de la circunferencia es la razón áurea.

Si se fija con detenimiento, combinando las distintas posiciones de brazos y piernas nos dan hasta dieciséis (16) posiciones distintas.

De las que unas están inscritas en el cuadrado, aquellas que tienen los brazos en cruz y los pies juntos, y otras en la circunferencia sobreimpresa, las que tienen los brazos en la posición superior y los pies abiertos.

Y si analiza mentalmente el cambio de una posición a otra observará que, a pesar de lo que parezca indicarle el sentido de la vista, no cambia en centro de masa de la figura aunque, aparentemente, parezca moverse.

El ombligo permanece inmóvil. Algo que se puede comprobar.

Porque como dijo el artista, y parafraseándolo, “son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre”. Hoy como ayer. Fruslería científica.



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