Les dejaba ayer, apuntándoles tan solo, lo de las enormes cifras que acompañan a la partícula subatómica. Empezando por el CERN, Laboratorio Europeo de Física de Partículas y el Gran Colisionador de Hadrones, LHC.
La mayor y más compleja máquina jamás construida y situada en un túnel subterráneo de veintisiete kilómetros (27 km) de perímetro, bajo la frontera francosuiza.
A qué dudarlo es uno de los grandes hitos de la ingeniería humana. Cuando oímos la expresión “Gran Ciencia", esto es exactamente lo que a uno le debe pasar por la cabeza como imagen.
Una instalación que ha costado más de diez (10) años poner en funcionamiento, en la que trabajan diez mil (10 000) científicos de más de cien (100) países y que cuenta con un presupuesto de siete mil quinientos millones de euros (7 500 000 000 €).
Como ven todo a lo grande.
Por hacerles una comparativa, algunos lo asemejan a la construcción de una catedral de la ciencia moderna. No les digo más. De ahí la iniciática inquietud: ¿Para qué tantos esfuerzos individuales, sociales y económicos?
Pues no tienen ni idea
Así, como lo leen. Esa es la desahogada respuesta a tan interesada pregunta. Por ahora, en el momento actual, los científicos no tienen ni la menor idea de cuáles serán las consecuencias prácticas del “divino” bosón de Higgs. No saben ni para qué servirá en el futuro, ni cuál será su utilidad más inmediata. No es por quitarle hierro al asunto, pero lo cierto es que se trata de una pregunta de respuesta, realmente, difícil.
Lo que hasta cierto punto resulta bastante comprensible, dado el abstruso campo en el que se mueve y que tan contrario al sentido común resulta.
Pero lo que ya no lo es tanto, y más sorprende de este asunto, es que tampoco les preocupa en demasía. Ni el para qué servirá, ni el cuándo podrán devolver, al menos en parte, la enorme inversión económica realizada y financiada, no olvidemos, con nuestros impuestos.
Aunque sí tienen algo muy claro. Sólo es cuestión de tiempo que obtengamos enormes beneficios de esta investigación. A pesar de que los científicos apenas llegan a atisbar el alcance teórico de sus descubrimientos, intuyen su enorme potencial práctico.
Habrá beneficios. Seguro.
Como otras veces ha ocurrido, la nueva y mejor comprensión de la naturaleza aportará grandes transformaciones a nuestra sociedad. La Gran Ciencia terminará por llegar a casa. Siempre el núcleo del conocimiento científico, esconde un potencial para modificar el mundo.
A veces, incluso, de forma radical. Precaución.
Eso es lo que la historia de la ciencia, no muy larga por cierto, apenas cuatro siglos, nos enseña. Desde Johannes Kepler e Isaac Newton hasta Albert Einstein, pasando por Michel Faraday y James Maxwell, por citar algunos.
La mejor comprensión de la naturaleza que nos rodea, es siempre el zaguán de una panoplia de aplicaciones prácticas, que ni siquiera podemos llegar a imaginar.
Aunque se trate, como es el caso, de una parte de la física tan oscura e incomprensible como lo es la Mecánica Cuántica, cuyos orígenes también debemos al genial Einstein.
Sí, es más que probable que, en el conocimiento de esta partícula estén algunas de las claves de nuestro progreso. Una especie de pequeño librito de recetas para el futuro.
Progreso y futuro juntos que, por desgracia y bien sabemos, no siempre suponen avance. Caución.
No hay comentarios :
Publicar un comentario