(Continuación) Se cumple en estos días poco más de sesenta (60) años que, Francis Crick, envió una carta de siete (7) páginas a su hijo Michael, que hoy tiene setenta y dos (72) años de edad pero que entonces contaba con tan solo doce (12) años.
Le llegó al internado británico donde estaba estudiando y le cogió solo, aislado, en una habitación. Estaba con fiebre por la gripe y los responsables educativos querían, claro, evitar el contagio colectivo.
Fue una carta que le causó alegría y sorpresa. La primera, desde el mismo momento en el que supo de su existencia. Algo normal y lógico. Máxime estando enfermo, interno y con solo doce años. La segunda sensación la tuvo cuando leyó la noticia que su padre le daba en ella.
Mi querido Miguel
Tras estas primeras palabras de saludo, y sin mediar nada más, le espetó: “Jim Watson y yo hemos realizado probablemente un descubrimiento muy importante”. Y pasaba a explicarle en qué consistía el ácido desoxirribonucleico ADN, a enumerarle las bases que lo componían (adenina, citosina, guayamina, timina) y a detallarle el mecanismo por el que se reproducía.
Aunque no sin antes ponerle sobre aviso: “Lee esto cuidadosamente para que lo puedas entender”. Y es que conocía a su hijo. Intuía en él los genes del bisabuelo Walter Drawbridge Crick.
Un naturalista aficionado que dio nombre a dos especies de caracoles y llegó a cartearse con Charles Darwin. Dicen que de casta le viene al galgo. Pues sí.
Y no. No andaba descaminado el instinto paterno. Según cuenta el propio Michael, a pesar de su poca edad, sabía lo suficiente de biología como para comprender que aquel descubrimiento del que le hablaba su padre, era algo muy importante.
Como importancia tiene la carta en la que lo leía. De hecho, una importancia doble.
De un lado la misiva tiene importancia histórica, dado que fue enviada poco después del histórico descubrimiento. Menos de un mes. Vean si no.
Crick y su colega Watson descifraron la estructura del ADN el 28 de febrero de 1953 y la carta estaba fechada el 19 de marzo de 1953, así que echen las cuentas. Pero como pueden intuir, no es ésta la razón pública de su historicidad. No.
La misma proviene del hecho de que, con esta misiva epistolar, fue la primera vez que se informó por escrito del descubrimiento científico. Fue enviada poco antes de que los dos investigadores publicaran la investigación en la prestigiosa revista científica 'Nature'.
Poco más de un mes, ya que el artículo fue publicado el 25 de abril de 1953.
Imaginarás que estamos muy emocionados
Y de otro, la misiva tiene importancia emocional. Se deprende de las propias palabras y estilo con el que el padre se dirige al hijo. Crick no solo quería comunicarle el descubrimiento. Como padre quería transmitirle su emoción científica al hijo. “Creemos haber encontrado el mecanismo básico de copia, por el que la vida procede de la vida. Imaginarás que estamos muy emocionados”. Así se lo cuenta, entre orgulloso y emocionado. Si bien no deja de lado una cierta carga didáctica.
Para lo que no duda en realizar unos dibujos hechos a mano de la doble hélice del ADN, con los que busca hacer más entendible el revolucionario descubrimiento a su hijo. Una ilustración algo torpe, la verdad. Aunque proceda de un Nobel.
También le cuenta que han construido un modelo para la estructura del ácido desoxirribonucleico y lo califica de “muy bello”, prometiendo mostrárselo cuando volviera de vacaciones a casa.
Según Michael, al final del trimestre, fue a visitarlo al laboratorio de Cambridge y allí su padre le enseñó la doble hélice con orgullo. Recuerda que le pareció algo muy hermoso.
La carta la cierra con unas emotivas palabras: “con mucho amor, papi”. Cómo si no iba a despedirse. Al fin y al cabo, es un padre escribiendo a un hijo. Aunque fuera un futuro premio nobel.
Casi diez años después, Michael, estuvo acompañando a su padre en la concesión que, junto a James Watson y Maurice Wilkins le hicieron del Premio Nobel en Fisiología y Medicina de 1962, por el descubrimiento de la doble hélice de ADN.
Francis Crick falleció en 2004 a los ochenta y ocho (88) años de edad.
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