El Museo de Carruajes de Sevilla, sede del Real Club de Enganches de Andalucía, se encuentra en Plaza de Cuba esquina con la calle Juan Sebastián Elcano.
Con anterioridad, a inicios del siglo XX, este edificio fue sede de la fundación privada del Instituto Hispano Cubano de Historia de América.
Y en el siglo XVIII fue el convento de Los Remedios de los Carmelitas Descalzos, que se construyó sobre la base de una pequeña ermita levantada en 1526, en honor de la Virgen de los Remedios.
Una virgen de vocación marinera, a la que los hombres saludaban desde el río, y a quien se encomendaban los navegantes, antes de partir hacia América. Eran otros tiempos, tiempos antañones.
Hogaño, o a día de hoy que diría aquél, desde esa orilla derecha del Guadalquivir, y en esta zona que fue una de las partes de más actividad del puerto de Sevilla, conocida con el nombre de Puerto de las Mulas, lo que se ve puede ver es una placa de mármol en la fachada este del edificio
En su leyenda nos recuerda que desde este mismo lugar partieron cinco naves el 10 de agosto de 1519, con la intención de encontrar el estrecho que ponía en comunicación el mar del sur con el mar del norte.
Ésa era una de las intenciones, entre otros propósitos.
También nos dice que el regreso de tan grandiosa expedición, tuvo lugar el 8 de septiembre de 1522. Lo hizo al mismo puerto, pero tan sólo una de las cinco naves, la Santa María de la Victoria.
La placa fue colocada el 12 de octubre de 1919, es decir cuatrocientos (400) años después. O sea que tarde y mal. Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Historia del viaje
Como es sabido Magallanes fue el gestor del proyecto. Quien consigue el favor real de Carlos V, para que se formara la conocida como “Expedición de la Especiería”. Pero no quién la culminó, ya que muere a manos de los indígenas el 27 de abril de 1521 en Mactán (Filipinas). Tras muchas vicisitudes, muerto Magallanes y otros jefes, Juan Sebastián Elcano asumió el mando de la única nave que quedaba, la Santa María de la Victoria. Y con ella emprendió el camino de vuelta a España.
De los doscientos treinta y cuatro (234), doscientos sesenta y cinco (265), doscientos setenta (270) o doscientos setenta y cinco (275) tripulantes, no hay acuerdo sobre el número concreto que formaron la expedición, tan sólo regresaron dieciocho (18) hombres.
Habían salido cinco naves y más de dos centenares de tripulantes. Y regresaba una sola con apenas dos decenas de marineros. Habían transcurrido tres años y veintisiete días. Demasiado tiempo.
Tanto que,en realidad, cuando llegaron, nadie se acordaba de ellos.
Sólo el ajado y maltrecho aspecto del casco de la nave, daba fe de su larga y accidentada travesía. Habían recorrido más de catorce mil (14 000) leguas marinas.
Atracaron en la capital andaluza en la tarde del 8 de septiembre, y tras su reconocimiento, fueron recibidos con auténtico entusiasmo. Que se transformó en fervor popular cuando, para su asombro, vieron bajar del barco, en solemne cortejo, a los dieciocho (18) marinos con Elcano a la cabeza.
Se dirigían hacia la ermita de N. S. de la Victoria (hoy templo de los Paúles) y lo hacían en procesión portando velas de agradecimiento a la Virgen. Dieciocho hombres, macilentos y flacos unos, extenuados y enfermos otros, que iban a cumplir con una promesa.
La de ir descalzos con velas a la Iglesia trianera de Nuestra Señora de la Victoria, que los recibía con repiques de campanas en el día de su festividad. Después harían lo propio en la Catedral con la Virgen de la Antigua.
Y es que, a pesar de ser avezados mareantes, había motivos de agradecimientos para cumplir la promesa.
Como la que cumplió la ciudad de Sevilla, de hacerle otro más digno monumento. Aunque en este caso hubo que esperar, tan solo, cincuenta y cuatro años. Se le conoce como Monumento a Juan Sebastián Elcano, y es de 1973.
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