No es mala pregunta. Una de esas cuya respuesta viene siempre rodeada de polémica. Sin contar con que, a lo largo del tiempo, la respuesta ha ido a su vez variando. Veamos.
El apéndice, que forma parte del intestino grueso, en concreto del ciego, durante décadas ha sido considerado uno más de esos órganos innecesarios o inútiles que la evolución nos ha ido dejando. Un estrecho tubo muscular, que en la actualidad no es más que un vestigio evolutivo, sin función.
Sin embargo, hace tiempo que se sabe que este tejido linfoide actúa como un órgano protector, que está implicado en funciones del sistema inmunológico. Es decir, encargado de las defensas naturales del organismo. En ese sentido apuntan algunos estudios que vinculan su extirpación con un mayor riesgo de sufrir alergias y trastornos inmunes. De modo que es un vestigio evolutivo, pero no sin función.
Cierto es que esta función inmunológica actual no es la primitiva. La que tenía cuando éramos herbívoros y el apéndice actuaba como almacén para la celulosa, donde era digerida por bacterias. Por supuesto, esa función ya no la posee. Pero a cambio tiene la inmunológica y no es la única.
Recientemente se ha publicado un estudio científico que implica al apéndice en otra función. Parece ser que participa en el proceso digestivo y lo hace de una forma muy curiosa. Se piensa que es el lugar donde se refugian las bacterias beneficiosas que pueblan el aparato digestivo, cuando alguna infección nos ataca.
De modo que si surge algún problema digestivo, por ejemplo una diarrea, estas bacterias se refugian en el apéndice, como si fuera su casa de seguridad. Y allí esperan hasta que la infección desaparece, preparándose para repoblar el tracto digestivo en cuanto la infección ha sido vencida. Por lo tanto, no es un tejido inútil. Más bien una ayuda para la digestión.
Ahora bien. Dado que se trata de un conducto cerrado, en él se pueden acumular heces, bien por obstrucción, infección bacteriana o torsión del apéndice. En ese caso se inflama y es cuando decimos, que podemos tener una apendicitis.
¡Ojo! En ese caso no hay duda. Olvide todo lo que le he contado y, ante la menor sospecha de apendicitis, el apéndice se extirpa. No olvide que una apendicitis puede derivar a peritonitis y costarle la vida.
Pero si no hay apendicitis, de cortar nada de nada. Hasta el momento no se sabe de nadie que haya nacido sin apéndice. Por algo será. Y algo tendrá el agua cuando la bendicen tanto. Digo yo.
El apéndice, que forma parte del intestino grueso, en concreto del ciego, durante décadas ha sido considerado uno más de esos órganos innecesarios o inútiles que la evolución nos ha ido dejando. Un estrecho tubo muscular, que en la actualidad no es más que un vestigio evolutivo, sin función.
Sin embargo, hace tiempo que se sabe que este tejido linfoide actúa como un órgano protector, que está implicado en funciones del sistema inmunológico. Es decir, encargado de las defensas naturales del organismo. En ese sentido apuntan algunos estudios que vinculan su extirpación con un mayor riesgo de sufrir alergias y trastornos inmunes. De modo que es un vestigio evolutivo, pero no sin función.
Cierto es que esta función inmunológica actual no es la primitiva. La que tenía cuando éramos herbívoros y el apéndice actuaba como almacén para la celulosa, donde era digerida por bacterias. Por supuesto, esa función ya no la posee. Pero a cambio tiene la inmunológica y no es la única.
Recientemente se ha publicado un estudio científico que implica al apéndice en otra función. Parece ser que participa en el proceso digestivo y lo hace de una forma muy curiosa. Se piensa que es el lugar donde se refugian las bacterias beneficiosas que pueblan el aparato digestivo, cuando alguna infección nos ataca.
De modo que si surge algún problema digestivo, por ejemplo una diarrea, estas bacterias se refugian en el apéndice, como si fuera su casa de seguridad. Y allí esperan hasta que la infección desaparece, preparándose para repoblar el tracto digestivo en cuanto la infección ha sido vencida. Por lo tanto, no es un tejido inútil. Más bien una ayuda para la digestión.
Ahora bien. Dado que se trata de un conducto cerrado, en él se pueden acumular heces, bien por obstrucción, infección bacteriana o torsión del apéndice. En ese caso se inflama y es cuando decimos, que podemos tener una apendicitis.
¡Ojo! En ese caso no hay duda. Olvide todo lo que le he contado y, ante la menor sospecha de apendicitis, el apéndice se extirpa. No olvide que una apendicitis puede derivar a peritonitis y costarle la vida.
Pero si no hay apendicitis, de cortar nada de nada. Hasta el momento no se sabe de nadie que haya nacido sin apéndice. Por algo será. Y algo tendrá el agua cuando la bendicen tanto. Digo yo.
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