Se estima que la República Democrática del Congo posee la tercera parte de las reservas mundiales de estaño, gran cantidad de uranio, petróleo, oro y el mayor potencial de energía hidráulica del continente.
Y sobre todo tiene cerca del 80% de las reservas mundiales de coltán.
Y sobre todo tiene cerca del 80% de las reservas mundiales de coltán.
Un cotizado coltán del que dependemos, de una forma u otra, 4000 millones de personas en el mundo y que debería hacer, de este casi despoblado país, en pleno corazón de África y sobre la raya del ecuador, uno de los países más próspero y en paz del planeta.
Sin embargo no es así.
El Congo lleva más de una década de guerras entre grupos anárquicos y rivales que se disputan sus riquezas. Sobre todo el coltán.
Unos grupos armados por las grandes potencias económicas mundiales, para perpetuar unas guerras que son inventadas para así poder despojar al país de sus riquezas.
Los imagino al tanto de lo de “a rio revuelto ganancia de pescadores”.
Unas guerras que ya han costado la vida a cinco millones de personas y que están diseñadas para que ninguno de los bandos las gane nunca.
Como si fueran kafkianas partidas de ajedrez, jugadas sólo entre peones que se mueven en todas direcciones.
Sin rey, reina, torre ni alfil. Sin posibilidad de dar jaque mate al enemigo. Sin fin.
Pero con finalidad. Su único objetivo es obtener el ilícito beneficio que se deriva del coltan. Esa es la respuesta a los años de guerra en el Congo. Ése el interés del mundo por él.
El gran negocio que genera la extracción del coltan de sus entrañas.
Una labor que realizan en las minas centenares de niños-esclavos que trabajan doce horas al día, en uno de los yacimientos más peligroso del mundo.
Unos niños famélicos, con apenas algo de presente y casi nada de futuro. Pero en cuyas manos está nuestro presente y futuro.
Ese es el precio de nuestra modernidad. Y ésta su ecuación:
Teléfono móvil y con cobertura = Niño esclavizado y hambriento
Despejen la incógnita que más les guste.
Despejen la incógnita que más les guste.
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