domingo, 8 de mayo de 2016

Perihelio de Mercurio. Einstein y la TRG (1)

Y ésta es la ocasión.

Pero como ha pasado tiempo, casi un mes, y muchos temas han sido tratados desde entonces, les pongo en antecedentes.

Estamos a finales del siglo XIX cuando, a pesar de las mejoras técnicas de los instrumentos ópticos y los nuevos métodos de observación, no se pudo encontrar astronómicamente, ni rastro de Vulcano en los eclipses de nuestra estrella, el Sol.

Vulcano, recuerden, fue ese suspecto e inadvertido planeta solar creado ad hoc, y en principio necesario para poder justificar el más que evidente y encontrado fenómeno del corrimiento perihélico de Mercurio.

Una realidad incuestionable para la que desde el punto de vista teórico, la mecánica newtoniana no ofrecía justificación alguna, ni, empíricamente, se terminaban de encontrar pruebas que la justificaran.

Creo que se lo he dicho antes, pero por si no es así. Se trataba de un auténtico quebradero de cabeza para la física de la época.

Un avance del perihelio que motivado por la lenta precesión de la órbita del planeta alrededor del Sol, estaba cuantificado en cero coma cuarenta y tres segundos de arco anual (0,43"/año).

Una variación no explicada ni por la existencia de los planetas exteriores, ni por la acción gravitatoria de un nuevo planeta interior.

En apariencia una “callejuela sin salida”, como nos dice la copla.

¿Cuál era el motivo de la precesión del perihelio mercuriano? ¿Qué teoría gravitatoria la podía explicar, si la casi omnipotente newtoniana no podía?

Y en esto llegó Einstein
Pues como dice otra copla, ésta de ultramar, “llegó el Comandante y mandó a parar”.

Y con el “parón” de su Teoría de la Relatividad General (TRG) de 1915, una teoría de gravitación en realidad, el “comandante” Albert Einstein (1879-1955) ofreció una nueva forma de enfocar el asunto.

Un nuevo punto de vista relativista desde el que se podía explicar de forma correcta, el anómalo comportamiento para Newton y su teoría de gravitación universal, del perihelio de Mercurio.

De hecho sus teóricas ecuaciones matemáticas predijeron su órbita con una precisión sin precedentes y coincidiendo además, con el valor de las observaciones empíricas realizadas; es decir, los cuarenta y tres segundos de arco por siglo (43”/siglo).

En realidad y por ser preciso, el valor teórico de la precesión es de cuarenta y dos coma nueve segundos de arco por siglo (42,9”/siglo). Sin duda el einsteniano fue un tiro por elevación, directo al meollo del asunto gravitatorio. Una diana plena.

Plena porque por su cuenta y de forma independiente, la teoría predecía con sus cálculos lo que la observación había comprobado de forma experimental. Y lo hacía sin ajuste, ni trampa, ni cartón.

Con ella, la hipótesis de Vulcano se mostraba del todo prescindible en el universo real. Lo que no significa, ojo, que quedara enterrada. (Continuará)



1 comentario :

Anónimo dijo...

La Física Global también predice la precesión anómala de la órbita de Mercurio como lo hizo Paul Gerber 20 años antes que Einstein. http://www.molwick.com/es/leyes-gravitacionales/177-mecanica-celeste-mercurio.html