(Continuación) Y cambiamos de especialidad científica acercándonos ahora a la etología, rama de la biología encargada de estudiar el comportamiento de los animales, para hacerlo en concreto al de las aves.
Unos animales con un cerebro más pequeño que una nuez y de los que la prestigiosa revista Science publicó el año pasado una terna de sorprendentes investigaciones acerca de su, en principio, extraordinaria inteligencia. Como lo lee.
Es el siguiente hito científico de 2020, que hace el número
ocho (8) de los que le enroco, tras: las vacunas anti COVID-19; la tecnología
CRISPR; los agujeros negros, las ondas gravitacionales; la genómica;
el planeta Marte; las pinturas rupestres; y diversidad científica y científicos.
Publicaciones
científicas
En uno de ellas se revela que el cerebro aviar es muy parecido al neocórtex humano, ya sabe, la fuente de la inteligencia humana, al estar implicado en diversas funciones cerebrales inteligentes como la generación de órdenes motoras, el control espacial, la percepción sensorial, el pensamiento consciente y, hasta, el propio lenguaje.
Es decir -que lejos del significado peyorativo en lo
intelectual, de la expresión popular ‘Ser un cabeza de chorlito’, las aves no solo
parecen no serlo, sino que incluso, en opinión de alguno de los autores del
estudio: “Los pájaros pueden pensar lógicamente y razonar al mismo nivel que
los niños”. Ojo al dato, de ser así.
La otra línea de investigación se centra en un particular
grupo de aves (cuervos, cornejas negras y urracas), observando en ellas una
inesperada generosidad y altruismo, en particular en aquellos que, además,
muestran un alto grado de tolerancia en sus relaciones sociales y cooperan para
la cría.
Se piensa que pueden estar dotadas de algo parecido al ‘pensamiento consciente’, una especie de representación mental de lo que ven. Una suerte de ‘conciencia sensorial’ rudimentaria, a semejanza de la conciencia de uno mismo que experimentamos los humanos y que, al parecer, se manifestaría por igual en aves y mamíferos.
El talento
de las aves
Una asombrosa cualidad que se remonta a unos trescientos
veinte millones (320 000 000) de años de antigüedad, hasta nuestro último
ancestro común como quien dice, y que podríamos denominar el talento de las aves,
por no utilizar el término inteligencia.
Una facultad de la mente tan difícil de definir como de
medir, incluso entre individuos de nuestra propia especie, y que en el caso de
los animales solo es entendible si comprendemos que ellos han evolucionado de
una forma diferente a la nuestra, a la hora de enfrentarse al mundo.
No sé por qué, pero se me ha venido a la mente el vínculo
entre dos hechos en principio inconexos: el coche recién lavado y cierto “regalo”
de las palomas, ya sabe por dónde van mis pensamientos, perdone mi tontuna.
Lo que no lo es por supuesto, es aquello que la ciencia demuestra en este campo de conocimientos: el hecho de tener un cráneo pequeño, por meros condicionantes físicos, implica tener un cerebro pequeño, sí, pero no por ello, neurológicamente hablando, una pequeña inteligencia. Es como si el tamaño, también en esto, no fuera lo único importante. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
muy buena y currada entrada tio
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