(Continuación) Y cómo no veremos constelaciones, esas ficticias agrupaciones de estrellas. La
primavera es un buen momento para observar el cielo, pues las noches todavía
son largas y hace menos frio que en invierno.
Una de las más características de la primavera es Leo, de fácil localización si miramos hacia
el sur tras la puesta de Sol, por su forma de signo de interrogación invertido.
Una vez localizada, si ahora miramos hacia el norte de Leo, encontraremos la
también fácilmente reconocible Osa Mayor.
Y si lo hacemos hacia el este, destacará ante sus ojos las constelaciones de Virgo y del Boyero, cada una con una estrella brillante: Spica en Virgo y Arturo
en el Boyero.
El triángulo que forman estas dos estrellas junto Régulo en Leo, es conocido como triángulo de la primavera, y su
localización en el cielo proporciona un buen punto de partida para empezar a
explorar el resto de las constelaciones visibles durante la estación.También, alrededor
de la Estrella Polar, se podrán ver
a lo largo de la noche a la Osa Menor,
Dragón y Cefeo.
En novilunio, aprovechando la mayor oscuridad de la noche
que nos proporciona la Luna, y sin telescopio, se puede intentar ver nebulosas de emisión como: el complejo
de nebulosas de Orión (Messier 42 y 43), el grupo de las estrellas Pléyades y
el resto de supernova conocido como la nebulosa del Cangrejo (Messier 1).
Y si disponemos de prismáticos, también se pueden ver las
lunas más brillantes de Júpiter e
incluso hacer un recorrido por la franja estrellada que constituye la Vía Láctea. Suerte.
Acerca de la observación nocturna y las
fases lunares
Es una obviedad pero aún así lo pongo negro sobre blanco.
Para una mejor observación en el cielo de algún fenómeno astronómico de
interés, bien sea de los previstos (eclipses) o no (nuevos cometas), y para
cualquier época del año, deberemos escoger, preferiblemente, fechas cercanas a la
Luna Nueva o Novilunio.
Estas fechas de novilunio digo, salvo que lo que
pretendamos observar sea, por razones obvias, la propia Luna. Con grandes prismáticos o con un pequeño telescopio, dotados
eso sí de un filtro lunar adecuado, podremos observar y con gran detalle su
relieve en plenilunio.
Una magnífica forma de hacerlo es observándola cada
noche, mientras va aumentando su iluminación; así podrá apreciar cómo van
apareciendo, en cada sesión, nuevos accidentes orográficos. Una práctica de lo
más aconsejable y, ya de la que va, con su permiso abro un paréntesis sobre las
fases lunares, de las que ya les he referido dos.
Pero nadie ignora que nuestro único satélite tiene cuatro
fases o, por así decirlo, pasa por cuatro (4) momentos fáciles de diferenciar
visualmente. A saber:
Luna llena, cuando está completamente
iluminada. Luna menguante, iluminada
sólo en parte, es cuando tiene forma de letra C. Luna nueva, cuando está totalmente oscura y Luna creciente, iluminada sólo en parte, es cuando tiene forma de
letra D. (Continuará)
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