(Continuación) Es evidente que no se puede afirmar que la pandemia de gripe de 1918 empezara en
Madrid, el mes de mayo de ese año. Eso por descartado que no. De manera rotunda
se puede afirmar que la gripe española no comenzó en España.
Pero igual de rotundo, tampoco se puede negar que una cepa letal del virus se
desarrolló en la capital esa primavera, y que fue una etapa importante y
significativa en la evolución de la pandemia global.
“El diablo se esconde en los detalles”
Significativa porque el episodio de Madrid supuso un salto, cualitativo y
cuantitativo, respecto a otros brotes gripales en otras partes del mundo. Solo
en España llegó afectar a ocho millones (8 000 000) de personas, de las que murieron
un cuarto de millón (260 000).
Es decir, que a pesar de no ser el epicentro de la pandemia, sin duda
alguna en España tuvo lugar una de sus etapas importantes, aunque volvemos a
insistir, sin punto de comparación con la que de manera simultánea estalló en
todo el mundo unos meses después, en otoño de 1918.
Pero lo cierto es que una vez que fue conocida como “gripe española”, el
resto del mundo no tuvo inconveniente en reconocer su existencia también en sus
territorios, lo que hasta entonces habían silenciado. Ahora que la gripe se
llamaba española, ya sí estaba en todas partes y la culpa la tenía, claro,
España. Si no, ¿de qué se iba a llamar así tan terrible enfermedad?
Por eso utilicé el refrán anglosajón del subtítulo: “El diablo se esconde
en los detalles”. Una expresión contundente e interpretada en el malevo sentido
de que se puede burlar la verdad, si somos lo suficientemente concienzudo y
malintencionado.
Por ponerles un ejemplo que seguro les resultará familiar, el diablo
escondido en los detalles viene a ser como la letra pequeña de los contratos
que firmamos pero que nunca leemos. Ninguno. Bueno pues hay quien sí lo hace,
para su beneficio, claro.
Es lo que ocurrió con la gripe de 1918 y España, el país donde por primera
vez se hizo visible de manera oficial, al no importarle hacerlo público por ser
neutral en la Primera Guerra Mundial.
Y visto así, a los ojos del refrán de la pérfida Albión, haciéndolo, España se equivocó. Nos equivocamos. Y
es que, como en otras tantas cosas de la vida, nos podemos condenar si descuidamos
lo que en principio parecen ser sólo pequeñas partes, detalles sin importancia,
pero que en realidad, al final, pueden resultar definitivas.
Definitivas porque son partes que acaban constituyendo el todo. Sí, los
detalles importan, pues tras ellos se esconde el diablo. No obstante.
Es
correcto decir “gripe española”
No obstante les dejaba ayer con una corriente favorable a la idea de que podría
ser correcta la denominación de “gripe española”, a pesar de todo lo enrocado
hasta ahora en su contra.
Es una postura que parte de dos premisas: una que
llamaremos de localización con cierta naturaleza gramatical, y otra que
llamaremos de posicionamiento con naturaleza de juicio de valor. (Continuará)
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