(Continuación) Les decía hace unas entradas que esta expresión con la que es conocida la
pandemia del siglo pasado, no obedece a ningún criterio científico de
naturaleza geográfica porque en realidad es más bien de naturaleza
socio-cultural. Me explico.
Recuerden que estamos en pleno apogeo de la Primera Guerra Mundial, una contienda
en la que por motivos logísticos los principales países beligerantes -Alemania,
Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos-, eliminaban de sus medios de
comunicación cualquier noticia acerca del devastador alcance de la enfermedad,
tanto en la población civil como en la militar.
Con dicha censura informativa estos países hacían todo lo posible para no
desmoralizar a sus tropas, ni mostrar unas debilidades añadidas ante el enemigo.
Pero junto a otros países, España, se mantuvo neutral durante la Primera Guerra
Mundial, de modo que sin motivo para ocultarla, fueron los periódicos españoles los primeros en informar sobre dicha enfermedad.
Éste y no cualquier otro de índole científica, fue el que en realidad produjo
la falsa impresión de que España era, no solo el origen geográfico de la
enfermedad sino el país más castigado por ella. Y, claro, de ahí a llamarla
“gripe española” sólo hubo un par de pasos.
Para empezar, aunque la censura impedía a la prensa de los países
beligerantes publicar nada sobre la terrible enfermedad que diezmaba a la
población civil en sus pueblos y ciudades y a los soldados en las trincheras,
no les impedía sin embargo recoger en sus páginas lo que contaban otras prensas,
por ejemplo la española.
De modo que al comienzo cada país la llamó con un nombre diferente, eso sí,
echándole la culpa a cualquier otro, al que más coraje le tuviera en ese
momento. Y en Filipinas se la llamó “Trancazo”,
en Senegal “gripe brasileña”, en
Brasil “gripe alemana”, en Polonia “gripe bolchevique” y en España “la enfermedad de moda” o el castizo “Soldado de Nápoles” que era, como ya
saben, el nombre de la canción del momento que arrasaba en Madrid al
igual que lo hacía la gripe.
Sin embargo, a finales de la primavera, un sucedido inclinó la balanza
hacia el lado de la denominación patria, que fue como los países más poderosos
la empezaron llamando y que al final se quedó. Por supuesto la culpa la tuvieron
los chicos de la prensa; sabido es que siempre es bueno que haya niños en una
casa, más que nada para echarles la culpa de cualquier desaguisado.
Los
chicos de la prensa
Aunque al principio, comienzo de 1918, la levedad de la gripe no llamó la
atención de la prensa española, su facilidad de contagio, recuerden que hasta
el mismísimo rey Alfonso XIII se
contagió, y su inusitada mortalidad, el veinte por ciento (20%) de los infectados,
hicieron que esta situación cambiara de forma radical.
El grave brote epidémico de mayo que se produjo en Madrid llevó a los
periódicos a informar sobre el hecho, primero en las páginas interiores y luego
como protagonista de todas las portadas de la prensa en España. (Continuará)
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