(Continuación)
Para el asunto que nos trae, y de paso evitarles las molestias de buscarlas, vamos
a ver en este negro sobre blanco algunas respuestas más interesantes, relacionadas con las preguntas de la
entrada anterior, y que son las conclusiones de diversas investigaciones que, distintas
universidades de medio mundo han llevado a cabo en los últimos años.
De
hecho una de ellas fue acreedora a un divertido premio de cierta enjundia
científica, que se entrega todos los años casi a la vez que los reconocidos Premios Nobel, más o menos por estas
fechas. Me refiero, ya lo habrán supuesto, a los Premios Ig Nobel.
Es
la primera de las investigaciones que les traigo, de un par de ellas que me han
parecido las más fructíferas, y que llevó a cabo a principios de siglo un tal. Kruszelnicki. La otra es de Steinhauer,
otro que tal anda.
‘Doctor Karl’
Sin
duda el doctor sueco Karl Kruszelnicki
(1948) es un hombre algo polímata y guasón, como así nos lo hace saber una
rápida ojeada a su historial académico y profesional. Y es que este hombre ha
hecho de todo, o casi, en esta vida. Juzguen ustedes mismos.
Para
empezar es licenciado en matemáticas, ingeniería biomédica, medicina y cirugía,
y además ha estudiado astrofísica, informática y filosofía. Con semejante bagaje
académico no es de extrañar que haya trabajado como físico, director de
hospital, médico, meteorólogo de televisión, ingeniero biomédico y divulgador
científico en diferentes medios de comunicación. O sea que no es un mindundi.
Pero
lo realmente sorprendente de su personalidad es que, también, ha ejercido de
trabajador manual, ‘roadie’ de bandas
musicales, mecánico de automóviles, cineasta o conductor de taxi y, para colmo,
afirma estar arrepentido de no haber sido profesional de la cerveza, ginecólogo
y agricultor de melones. En fin, lo dicho, de casi todo. Como lo leen.
En
la actualidad, Kruszelnicki trabaja
en la Facultad de Física de la Universidad de Sídney, Australia, pero a
comienzos de siglo el ‘Doctor Karl’, es como lo conocían sus fans, dirigió un
programa de radio sobre ciencia.
Pelusa
y radio
Y
al parecer, en cierta ocasión, en uno de sus programas, uno de sus escuchantes
le preguntó sobre la susodicha pelusa, ya saben, quisicosas del tipo: quién, por
qué, para qué o cómo se forma la suciedad del ombligo.
Naturalmente
la singularidad de la pregunta provocó que nuestro hombre, en colaboración con
la cadena de comunicación australiana ABC,
elaborase un cuestionario de diecinueve (19) preguntas que colgó en su página
web. La finalidad, ya se lo suponen, no era otra que la de averiguar más sobre
ese lugar en el que casi nunca miramos.
Una
especie de “encuesta pelusil” que puso en marcha en el 2001, para obtener datos
y parámetros de comportamientos sobre el hombre y su pelusa del ombligo. Un
interés insólito sin duda, pero nada sorprendente en su caso, tratándose de él
y conociéndolo como lo vamos conociendo.
Gracias
al tratamiento posterior (análisis, interpretación, etcétera) de los datos recogidos,
en una muestra de casi cinco (5000) mil voluntarios, sabemos lo que sabemos de ella,
de la pelusa. (Continuará)
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