(Continuación)
Que trabajando con una muestra de trescientos noventa y un (391) sujetos de ambos géneros y
diferentes edades, orígenes étnicos e incluso hábitos de higiene, también descubrieron,
además de bacterias, hongos y levaduras sobre los que aportaron otros números.
Otros
números
En
la actualidad este equipo, no solo ha confirmado la viabilidad de estos
organismos mediante su cultivo, sino que se encuentran en pleno proceso de
secuenciación del ADN de cada
especie, lo que está bien. Además, los resultados preliminares ya apuntan a que
el número de organismos por persona,
varía de forma considerable.
Y
si bien hasta ahora no se tiene una explicación completa de por qué las
personas difieren tanto en términos cuantitativos
acerca de sus comunidades bacterianas, sí sabemos que dichas diferencias no
dependen exactamente del género, la etnia, la edad o, ni siquiera, de la frecuencia
de lavado.
Lo sabemos pero desconocemos el porqué. Sin duda hay algo más que descubrir
en el ombligo, que por ahora se nos escapa. Sin
embargo en el otro extremo, en términos
cualitatitvos, los investigadores llegaron a una interesante conclusión.
La
mayoría de nosotros compartimos un grupo relativamente pequeño de especies
bacterianas (un indicativo de nuestra historia común como especie animal), junto
a centenares de otras especies ya propias de unos y otros (indicativas de
nuestra historia, ahora como individuos), y de las que pensamos son inherentemente
impredecibles.
Así
que desde el punto de vista bacteriano las diferencias entre individuos humanos
son grandes, si bien todas ellas comparten la función de actuar como un mecanismo de defensa contra los patógenos.
Mecanismo
de defensa e higiene
Es
lo que confirman todos los estudios. El ombligo
es una gran fuente de bacterias que actúan como mecanismo de defensa contra los
patógenos, al igual que lo hacen el resto de microorganismos que se encuentran sobre toda la superficie del
cuerpo.
Vienen
a ser como un ejército que vive en nuestra piel, una especie de primera línea
de defensa frente a todo agente que nos pueda producir una enfermedad, y contra
los que se apresuran a luchar en cuanto los detectan. Sin embargo, a pesar de
poder encontrar a estos “defensores” en todo nuestro cuerpo, los que se ocultan
en el ombligo tiene un especial interés para los investigadores.
La
razón no es otra que la de tratarse de unos organismos que apenas se han visto
alterados por la acción ciertos limpiadores químicos, lociones, luz
ultravioleta (UV) u otros productos, lo que facilita sin duda el estudio de su
composición, estructura y fisiología.
Y
aunque la higiene es necesaria, como
nos dice el poeta ‘todo es cuestión de medida: un poco más, algo menos’, un ser
humano que elimine por completo toda la carga microbiana de su cuerpo, podría estar
corriendo un alto riesgo de padecer una infección mortal de piel.
Por
lo dicho hasta ahora el ombligo, sin duda, es un lugar a tener en cuenta y al que prestarle nuestra atención. Sin olvidarnos
además del asunto de la pelusa que puede albergar, la pelusilla del ombligo.
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