jueves, 30 de agosto de 2012

De nuevo en el mundo de las mariposas (y III)

(Continuación) Ni que decirles tengo que, desde entonces, el asunto ha traído cola. El asunto del señor Rajoy me refiero, es que he vuelto al análisis de la naturaleza antropológica del término mariposa.

Y ya se puede imaginar que, desde entonces, se ha oído de todo.

Que si le obligaron a casarse en su partido, porque un político con su futuro necesita de una mujer a su lado. Que, en cualquier caso, es algo o bastante mariposón.

Que si mire usted por donde, vamos a tener un presidente gay; el primero que sale del armario y, además, es del PP.

Y así ad infinitum o ad nauseam que diría el clásico. O hasta el infinito o el hastío que diría el castizo. La cuestión es que, fuera el santo que fuere, ya ven por dónde iban los tiros del político socialista.

Eran sin duda lo que, en cinemática balística, se conocen como un tiros por elevación. Lo aprendimos en esas composiciones de movimientos, que nos enseñaban en la bachillera asignatura de Física, con el inevitable Principio de Independencia del científico de Pisa, Galileo Galilei.

Qué cosas. Hasta en política tiene aplicación lo que aprendemos en el departamento de Física y Química del instituto. Para que luego digan que las ciencias no son cultura.

Y ya que les he nombrado al pisano y los santos, por alusiones, les voy a referir que fray Pedro de León decía que las mariposas se quemaban, por acercarse cada vez más al fuego.

Algo que a su parecer hacían, porque formaba parte de su condición animal y, a pesar, de lo que implicaba, su propia destrucción y muerte.

Una historia parecida a la fábula de la rana y el escorpión, cuando éste se disculpa tras picarla, con el conocido: “no he tenido elección, es mi naturaleza”.

Y tras el fuego quemador de las mariposas llegamos, al fin, donde les quería llevar desde el principio. Al fuego ardiente de los homosexuales.

Siguiendo la estela del bueno del fraile, el camino está trazado. De fuego a fuego. De mariposa, mariposón. Y de mariposón, claro, maricón.

Como pueden ver, aunque el asunto “maricoposero” viene de lejos, hoy día, en los albores del siglo XXI, la cosa no parece haber cambiado mucho.

Tal vez en las formas. De acuerdo. Puede ser. Ni siquiera voy a entrar a discutirlo.

Pero estarán conmigo que lo que es en el fondo, en el fondo hondo, ahí apenas ha cambiado nada. Vamos que es posible que en ese aspecto, estemos incluso peor. Que ya es estar.

Efecto mariposa 
Y rematamos con el otro nuevo punto de vista desde los que observar la palabra mariposa. El de naturaleza física o, más bien, meteorológica, que es conocido de manera coloquial con una expresión muy expresiva: “efecto mariposa”.

Ya saben. Aquello de "el aleteo de las alas de una mariposa en un lugar del planeta puede provocar un tsunami al otro lado del mundo".

Una expresión acuñada a mediados del pasado siglo XX, a partir del resultado obtenido por el meteorólogo y matemático estadounidense Edward Lorenz (1917-2008), al intentar hacer una predicción del clima atmosférico.

Pionero en el desarrollo de la Teoría del caos, fue él quien introdujo el concepto de atractores extraños y acuñó la expresión efecto mariposa.

Ya lo hemos comentado en otras ocasiones, la Teoría de Caos, junto con la Teoría Cuántica y las Teorías de la Relatividad, constituyen los tres pilares en los que se asienta lo que, en la actualidad, conocemos como Física Moderna.


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