miércoles, 13 de junio de 2012

In memoriam de Ray Bradbury (II)

(Continuación) Bradbury también vio cómo muchas de sus obras fueron adaptadas al cómic, la televisión o el cine. Entre otras recordamos: Fahrenheit 451 dirigida por François Truffaut en 1966, con Julie Christie y Oskar Werner.

O El hombre ilustrado dirigida por Jack Smight en 1969, con Rod Steiger.

Y, naturalmente, Crónicas marcianas dirigida por Michael Anderson en 1980, con Rock Hudson, Gayle Hunnicutt y Fritz Weaver.

Entre ciencia ficción y fantasía 
Si bien a Bradbury se le considera, sobre todo, como escritor de ciencia ficción, lo cierto es que él mismo no dejó de declarar justo lo contrario, a todo el que le quiso oír.

Según él se veía, no era un escritor de ciencia ficción sino de fantasía. De hecho su única novela de ciencia ficción es Fahrenheit 451.

Por la que, por cierto, siempre será recordado y en la que describe un futuro para la raza humana en el que los libros no tenían cabida, salvo en la memoria de los revolucionarios. La llama de la esperanza.

En esta novela, Bradbury, pone el punto de mira en el poder de los medios de comunicación, en una sociedad cada vez más pasiva y tendente al conformismo. Pero lo hace no como profecía, sino como aviso.

No prevé el futuro sino que lo previene. Una prevención basada en la educación y el libro.

Pero, paradójicamente, la que que le dio fama mundial como escritor de ciencia-ficción no fue Fahrenheit 451 sino Crónicas Marcianas. Estas cosas ocurren.

Un compendio de relatos reconvertido en novela en el que, desde una óptica más poética que científica, se narra con maestría y sentido del humor, las tensiones y grietas de una sociedad capitalista amenazada por el peligro de una guerra nuclear.

Se refieren los intentos de los terrícolas por colonizar una idílica civilización marciana que, en virtud de la torpeza y miseria humana, acaba destruida.

Una idea de cómo Bradbury narra la extinción de los nativos del planeta rojo, en su cruenta conquista por parte de la raza humana, nos la ofrece la escena en la que dos niños que están con su padre en una colonia terrícola en Marte, le preguntan insistentemente por los marcianos.

Un día el padre les dice: “Hoy vamos a conocer a los marcianos”. Se los lleva al depósito de agua cercano a la colonia y les dice: “asómense aquí para que vean a los marcianos”.

Los niños se inclinan y se ven reflejados en el espejo de agua. “Ustedes son los marcianos”, les dice el padre.

Como ven más fantasía que ciencia ficción. (Continuará)


No hay comentarios :