Cuatro años ya por tanto de emisión ininterrumpida y más de dos centones de programas desde entonces.
Unas cifras que no están nada mal para una emisora de las características de Radiópolis, un programa de divulgación científica como EnroquedeCiencia y, sobre todo, para una persona con las limitaciones de quien les habla.
Pero bueno, el caso es que aquí estamos. Doscientos cuatro programas, ciento dos horas de emisión, algunos cientos de temas humanísticos tratados y más de mil canciones intercaladas.
No. No han sido pocos los temas tratados. Claro que también han sido bastantes las preguntas que ustedes me formularon y que quedaron sin respuesta, en este hertziano intento de divulgación científica.
Y entre ellas una, que primero me dejó perplejo y, después, me desazonó. Venía a decir: “¿Cómo escoge usted los temas que trae al programa?”. Una muy buena pregunta, ¿a que sí?
Lo dicho, perplejo y desazonado, porque lo cierto es que nunca lo había pensado. Vamos que me dejó ‘touché’.
Por supuesto he reflexionado sobre el asunto. Les cuento hasta donde he llegado.
Les confieso que hay semanas en las que los asuntos se me agolpan, sin que sepa por cuál decidirme. Y en cambio hay otras en las que no tengo manera de vislumbrar apenas un par de ellos.
De unos porque resulta que he hablado hace poco y resultaría reiterativo volver sobre ellos. De otros, porque apenas tienen apenas interés científico y no tendría sentido traerlos al programa.
De estotros porque me aburren a mí y ésta es una sensación, fijénse, de la que me fio mucho. No les puedo explicar la razón, pero si no me termina de convencer un tema, esa impresión es garantía casi absoluta de que aburriría a una mayoría de ustedes.
Digo casi, por aquello de ser prudente. Uno nunca puede prever el efecto de lo que escribe.
Y de esotros, porque no veo claro el camino por el que enganchar y convencer al escuchante. Un asunto que no es menor, éste de la estrategia a seguir.
No es que haya una estrategia, salvo la de decir la verdad, razonar científicamente y argumentar con lógica. No.
La cuestión es que no estoy muy seguro de querer enganchar y, mucho menos, convencer a nadie.
¿Para qué les hablo desde esta frecuencia radiofónica?
¿Para entretenerles?
¿Para enseñarles?
¿Quizás para criticar?
¿Quizás para ayudarles a razonar y a entender mejor nuestro tiempo? Demasiado quizás.
A veces pienso que este programa no es más que una broma. De buen gusto, pero una broma.
En cualquier caso, gracias por elegirnos.
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