(Continuación) Un efecto futbolístico que nunca hubieran imaginado mucho más allá del terreno de juego. Y, por supuesto, mucho menos donde estaban ellos. En un examen de tercero de Física.
Pero hasta aquí la reacción común y compartida. Tras una lectura comprensiva del problema, de todos los presentes en el examen, sólo los estudiantes se alegrarían de que les hubiera caído.
Y es que el problema, dadas las limitaciones iniciales del enunciado, es realmente sencillo para ese nivel universitario.
Del resto, los que son sólo alumnos, tras quedar más o menos estupefactos con la pregunta, probablemente, experimentaron lo de siempre.
Una especie de gran vacío en sus cabezas y la confirmación, una vez más, de que la sangre de Isaac Newton no corre por sus venas.
Aunque ya les he comentado que el problema, a priori, no es de gran dificultad, no por ello se debe obviar lo que de meritorio tiene su correcto desarrollo.
Un desarrollo que estaría enmarcado en una parte del campo de conocimiento científico que conocemos como Física, y más en concreto de la Mecánica newtoniana o clásica. De ella depende su resolución.
Y para la que habría que echar mano, aparte de algunos algoritmos matemáticos, de las especialidades mecánicas conocidas como Cinemática, Dinámica, Gravitación y Energética. Y por supuesto utilizar algunos de sus principios, conceptos y magnitudes. Entre ellos, sirvan de muestra:
Principio de Conservación de la Energía, Principio de Conservación del Momento Angular, Principios de Variación y Conservación del Momento Lineal, campo conservativo, fuerza central, efecto centrípeto, velocidad de escape, intensidad de campo central, aceleración de la gravedad, movimiento recto uniforme y movimiento recto uniformemente variado (acelerado y retardado), velocidad y sus componentes, altura máxima, alcance máximo, etcétera.
De acuerdo. Dicho así, y para alguien algo retirado de las ciencias, reconozco que puede parecer extrema su dificultad de resolución.
Pero les aseguro, y esto se lo puede afirmar cualquiera que entienda de la cosa ésta, que está al alcance de cualquier estudiante de Física de segundo de bachillerato. De cualquier estudiante.
Como verán recalco, al igual que hice al principio de la entrada, lo de estudiante. Y es que no es lo mismo que alumno. Ni muchísimo menos. Si quieren, en otra ocasión, les cuento dónde radica la diferencia.
Ahora prefiero dejar examen y examinandos y hablarles del profesor. Qué decirles del profesor.
De entrada, que vayan por delante mis felicitaciones por su magnífica simbiosis entre el gimiente fallo del jugador del Real Madrid y la petición examinadora que realiza en el apartado a) del problema, para que calculen “las constantes del movimiento del balón”.
Creatividad y osadía a partes iguales. Está bien. (Continuará)
lunes, 25 de junio de 2012
Del penalti (fallido) de Ramos a la mecánica newtoniana [III]
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