Así es. En
efecto. El hecho de que un objeto en órbita geoestacionaria parezca inmóvil en
el cielo, convierte a esta órbita en la de mayor interés para los operadores de
satélites artificiales de comunicación y de televisión.
La razón es de
economía. Debido a que su latitud siempre es igual a 0º (está sobre el ecuador),
las locaciones de los satélites sólo varían en su longitud. Lo que simplifica, y no poco, los cálculos sobre su posicionamiento.
Por supuesto que su inmovilidad en el cielo es sólo aparente. Unos simples cálculos gravitatorios nos permiten saber que la velocidad orbital a esta altura es de 10 900 km/h. Una velocidad de vértigo.
Por supuesto también
que esta afirmación de inmovilidad de la órbita es sólo teórica. En la
práctica, el satélite que se desplaza en ella sufre variaciones en su
trayectoria debido a influencias, entre otras, de: el viento solar, las variaciones en el campo gravitatorio de la Tierra, las perturbaciones gravitatorias
de la Luna y el Sol, etcétera.
De modo, que
para mantenerlo en órbita se utilizan cohetes impulsores en un proceso conocido
como mantenimiento de estación.
Ingeniería espacial.
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