Aunque no suelo coincidir en casi nada de lo que afirma el escritor Gabriel García Márquez, sí hago mías sus palabras cuando dice:
“La idea de que la física sólo concierne a los físicos es tan anticientífica como antiartística es, asumir que la poesía sólo concierne a los poetas”.
Les digo esto porque se nos ha ido el año y pasado prácticamente desapercibido, un libro del que se cumplen cincuenta años de su publicación.
Me refiero a ‘Las dos culturas’, escrito en 1959 por el físico-químico por formación y profesor y escritor por vocación, el inglés C. P. Snow.
Con la expresión del título, ya todo un tópico cultural contemporáneo, Snow se refiere al proceso de cristalización de dos ambientes intelectuales cada vez más escindidos e incomunicados.
De un lado lo que él llama "la cultura tradicional", donde incluye de forma genérica a los artistas y, en concreto, a los literatos. Y de otro lado a los científicos, tanto puros como aplicados, y a los ingenieros.
Según Snow los artistas muestran un escaso interés y un profundo desconocimiento de los avances científicos, o más exactamente, de la Revolución Científica e Industrial que se inicia a finales del siglo XIX. Y los científicos por su parte, prestan escasa atención a la cultura artística e incluso la miran con desdén. Cuestión de diferencias.
Las raíces de esa escisión cultural, Snow, cree encontrarlas en el sistema educativo, responsable de la formación unilateral de los estudiantes. Mal asunto.
Y su lesivo desarrollo divisorio lo achaca a la incapacidad de ambos para asumir, unos, las profundas e inevitables transformaciones tecno-científicas y, otros, la dificultad para estimar suficientemente sus impactos sociales. Peor que malo.
Un tema controvertido donde los haya
Como vemos, y a pesar de los 50 años transcurridos, nada parece haber cambiado. Ni en las causas ni en los efectos, apenas, se han producido cambios. O si lo ha hecho, ha sido para peor. Que ya es.El tema sigue siendo polémico y de rabiosa actualidad, que diría aquel.
Y no sólo es polémico por su contenido. Hasta el origen del mismo suscita controversias, aunque, eso sí, menos reñidas.
Todos coinciden en afirmar que el título del libro deriva del de una conferencia homónima, que Snow dio el 7 de mayo de 1959, en la Senate House de Cambridge.
Y que se publicó en forma de rústicos folletos al día siguiente de ser pronunciada y con enorme éxito. Tanta repercusión tuvo, que meses después salía el libro.
Donde aparecen las diferencias exégetas es sobre dónde y cuándo nació el contenido del mismo.
Para unos tuvo su origen en dicha conferencia. Mientras que para otros todo empezó bastante antes.
En concreto en un artículo homónimo publicado por Snow en la revista New Statesman el 6 de octubre de 1956. A saber quienes tienen razón.
En este caso, ya me conocen, me acojo a los clásicos que lo dejaron bien claro. Ya saben lo de 'cum grano salis'.
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