viernes, 25 de noviembre de 2016

Primera central mareomotriz (y 2)

(Continuación) De un lado los gastos anuales de explotación eran comparables a los de las plantas hidroeléctricas convencionales de la época, teniendo además un precio competitivo de mercado.

Es decir que el coste del kilovatio-hora (kW·h) mareomotriz se asemejaba o incluso era inferior al hidroeléctrico. O sea que bien.

Recordar aquí que el tipo de central hidroeléctrica, a diferencia de la mareomotriz transforma la energía potencial gravitatoria (EpG) del agua del embalse, si bien ambas pertenecen a la categoría de energías renovables.


Y del otro lado el beneficio socioeconómico que aportó a la región, tanto al facilitar la navegación del río duplicando el número de embarcaciones que pasan por la esclusa, como con la carretera que se construyó en su parte superior.

O sea que también.

No obstante todo tiene un precio. Y si bien la central mareomotriz no tiene el coste de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ni el de consumo de combustibles fósiles, ni los riesgos de las centrales nucleares, esto no significa que esté exenta de pecado.

El coste ambiental de su construcción tiene un precio, que no todos creen que compense.

Sin duda alguna, es evidente que este tipo de central acarrea problemas de cierta gravedad ambiental entre los que se encuentran: aterramiento del río, cambios de salinidad en las proximidades del estuario, variaciones en el ecosistema donde se encuentran, etcétera.

La primera en el tiempo pero la segunda en tamaño
Naturalmente, desde 1966 y gracias a los datos extraídos de los estudios realizados sobre el funcionamiento de la central de Rance, hemos aprendido mucho y solucionados, aunque sea en parte, algunas de sus inconveniencias.

Durante estos cincuenta (50) años de funcionamiento se han desarrollado proyectos, métodos y técnicas que han permitido minimizar el impacto de estas instalaciones en el futuro.

Y claro, se han construido otras centrales mareomotrices más grandes y más potentes.

De ahí que ahora la de Rance sea ya sólo la segunda más grande del mundo.

Han sido cuarenta y cinco (45) años de hegemonía mundial lo que no está nada mal, y con el consuelo de que a nivel continental, en Europa, sigue siendo la más grande.

En 2011, a nivel planetario, Rance fue desbancada por la central mareomotriz de Sihwa Lake, en Corea del Sur. Y es que en esta vida siempre hay uno que es más que uno.

Es así, aunque ese uno esté lejos y una sea una central mareomotriz.




1 comentario :

Anónimo dijo...

¿Hay centrales mareomotrices en España?