domingo, 20 de noviembre de 2016

Lower, Pepys y transfusión sanguínea

(Continuación) Naturalmente consideró que era un ritmo de producción muy, muy, alto, por lo que se decantó por una idea más sencilla: la cantidad de sangre es siempre la misma, y se recicla en su circulación por el organismo.

Una idea más próxima a la mecánica racional del filósofo, matemático y físico francés René Descartes (1596-1650).

Él y su archiconocida locución latina ‘cogito ergo sum’, traducida quizás demasiado abiertamente como “pienso, luego existo”.

Lo digo porque me gusta más la traducción literal “pienso, por lo tanto soy”.

No sabría razonarle el por qué, pero me parece que encaja más con el planteamiento filosófico de quien fue parte esencial del racionalismo en occidente.

Como les decía al final de la primera entrada, en esta vida todo es cuestión de medida...

Lower y Pepys
Y ya que va de medida, me gustaría acabar en su justa medida esta pequeña serie de entradas asociadas a la primera transfusión sanguínea, poniéndoles al corriente de un nexo curioso en el que terminaremos implicando a un genio científico.

Para ello habremos de volver a la perruna transfusión de sangre del doctor Richard Lower, y lo más curioso de dicho sucedido es que sabemos de él, gracias al diario del político, funcionario naval y, sobre todo, célebre diarista británico Samuel Pepys (1633-1703).

Sin entrar en detalles sepan que nuestro hombre escribió a título privado un detallado diario de todo, todo, lo que pasaba en la sociedad de la época y que él se enteraba. Lo hizo entre 1660 y 1669, y fue publicado más de un siglo después.

Hombre instruido y ávido bibliófilo, siempre mostró gran curiosidad por la ciencia. La suficiente como para ser elegido en 1665 miembro de la Royal Society, a la que presidió entre 1684 y 1686.

Volviendo al diario, en él aparece el registro de la primera descripción de una transfusión de sangre de un perro a otro realizada el 14 de noviembre de 1666 en el Gresham College de Inglaterra.

Pepys escribió: “Esto dio pie a muchos curiosos deseos, tales como introducir la sangre de un cuáquero en las venas de un arzobispo, pero, en cualquier caso, podría ser de gran utilidad para la salud humana si se pudiera curar la sangre enferma de una persona introduciendo en sus venas sangre tomada de un cuerpo mejor”.

Una descripción que se realiza apenas cuatro décadas después de que el médico inglés William Harvey, declarara que la sangre circula a través del cuerpo gracias al corazón que actúa a modo de bomba impulsora.

Y de precursor Harvey
La verdad es que anduvo fino el inglés.

No sólo pergeñó un modelo correcto de la circulación sanguínea en lo esencial, sino que explicó el papel de válvulas y corazón (aurículas y ventrículos) en los procesos de succión y bombeo de la sangre.

También acertó en el mecanismo de intercambio entre la sangre desoxigenada (llega al corazón por el sistema venoso) y sangre oxigenada (que se distribuye a través del sistema arterial). Si bien es cierto que no menciona el papel que juegan los capilares en todo el proceso circulatorio.

Aunque no lo es menos que estos pequeños vasos sanguíneos no podían ser observados con los instrumentos ópticos de la época. O sea que bien por Harvey.

Y de Lower y Pepys pasando por Harvey, les emplazo para relacionarles a éste con el gran Isaac Newton.




1 comentario :

Anónimo dijo...

¿Y la primera transfusión de sangre a un humano fue antes o después de las de los perros?. Muy interesante estas entradas.