(Continuación) Le decía que nuestro ancestro común, en un momento en el que la Tierra era un lugar muy diferente al que conocemos hoy en día por su total inhospitalidad (motivada por las altas concentraciones de gases tóxicos y unas condiciones físicas y químicas extremas que harían imposible la vida tal como la conocemos), ya estaba en condiciones de explotar y cambiar su entorno, lo que hacen (hacemos) los seres vivos.
Es decir que lo más
seguro es que probablemente no estuviera solo pues sus desechos podrían servir
de alimento para otros microbios como los metanógenos, antiguos
organismos miembros de las arqueas que producen metano (CH4)
como subproducto metabólico en condiciones anóxicas, carentes de oxígeno (O2).
Vamos que están ya en escena los primeros eslabones de una cadena que contribuirá a crear un ecosistema de reciclaje, trato de decirle que a los pocos cientos de millones de años (una minucia en la escala temporal geológica) de la formación planetaria, ya florecía la vida en los primitivos océanos de la superficie terráquea.
En busca del “eslabón perdido”
Una maravilla biogenética
el tal LUCA que, seguro se le ha pasado por la mente, entra en conflicto
con una idea que desde hace casi un par de siglos forma parte del inconsciente
colectivo, la expresada por el antañón eslabón perdido.
Unos restos que tanto
científicos como aficionados han buscado durante décadas sin obtener el menor
de los frutos, por la sencilla razón de que no existe uno solo sino muchos,
de ahí que la búsqueda (obsesiva, de ansiedad casi existencial, humanos,
demasiado humanos) haya resultado inútil y, lo que es peor aún, absurda y sin
sentido. Una descomunal pérdida de tiempo y esfuerzos.
Y es que el significado de la susodicha expresión -referida originalmente a los fósiles de formas transicionales, cuando estados intermedios aparentemente faltaban en el registro fósil o se desconocía su existencia- es del todo incorrecto.
Error científico
Por supuesto que no se
trata de una expresión de uso en la literatura científica, aunque por desgracia
sí abunda en los medios de comunicación, que suelen denominar alegremente eslabón
perdido a casi cualquier nueva forma transicional que se descubre. Y claro así
les va, no paran de encontrarlo cada dos por tres y ya no saben qué hacer con
ellos ni dónde meterlos.
Abro paréntesis. Esta nueva acepción, musical, viene de la mano de la cantante estadounidense Suzanne Vega y su canción de 1987 Luka, cuya letra he de decirle no guarda ninguna relación con el tema que nos trae. Cierro paréntesis. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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