(Continuación) Fue a partir del siglo XIII que la producción de manuscritos se desplazó a los nuevos centros universitarios y allí, no solo surgieron talleres que llegaron a emplear hasta medio centenar de copistas, organizados de forma prácticamente industrial, sino que también se empezó a generalizar el uso del papel, elaborado con lino y cáñamo, mucho más barato y manejable que el pergamino.
Son dos cambios, en forma y fondo, que sin duda ayudaron
a incrementar la producción de manuscritos, pero no es hasta finales del siglo
XIV, en la Baja Edad Media, y con la difusión de la técnica de la xilografía,
grabado sobre madera, que se puede empezar a imprimir panfletos publicitarios o
políticos, etiquetas, imágenes y, en general, trabajos de pocas hojas, pequeños
libretos, y hacerlo sobre tela o papel a partir de una única plancha.
Todo un avance impresor-reproductor que tenía sin embargo un inconveniente, un talón de Aquiles mecánico: las planchas de madera grabada, además de requerir mucho tiempo para su talla, con el uso se desgastaban y deterioraban pronto por lo que el método terminaba resultando costoso al tener que sustituirlas pronto.
Se hacía necesario un nuevo sistema que permitiera
imprimir mecánicamente textos escritos, sin que fuera necesario grabar en
madera cada página, y éste llegó con los tipos móviles metálicos: letras
talladas en metal que podían combinarse para formar las palabras y líneas de
una página de texto.
Las indudables ventajas de este procedimiento, capaz de
reproducir escritos con una rapidez y a una escala sin precedentes, le
garantizaron un éxito fulgurante que, más o menos, se ha prolongado hasta la
actualidad; pero no adelantemos acontecimientos.
Y en
esto llegó Gutenberg
Tras años de ensayos en secreto, en 1448 e instalado en Maguncia nuestro hombre montó la primera imprenta en funcionamiento de tipos móviles metálicos, un sistema que transformaría la difusión del saber en Europa.
Recordar que él no inventó los tipos móviles, estos ya se
utilizaban desde cientos de años antes, pero eran de madera o de cerámica y por
tanto frágiles y costosos de fabricar; la innovación del maguntino fue
desarrollar un sistema de fundición y unas aleaciones metálicas que facilitaron
y abarataron en mucho su producción.
Por supuesto que tuvo que hacer varios modelos de las
mismas letras y signos, a fin de que coincidiesen todos, en total más de 150
tipos que imitaban a la perfección la escritura de un manuscrito; pero eran unos
tipos que apenas se desgastaban con el uso y permitían producir muchas copias
con solo entintarlos de nuevo y apretarlos contra el papel.
Un conjunto de letras en metal del abecedario que, al juntarse, formaban palabras entre los bastidores de madera y, al ser entintadas, realizaban la impresión; de este modo se podían imprimir cuantas páginas diferentes se quisieran y utilizando las mismas letras con solo cambiarlas de lugar. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 24 de julio de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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