lunes, 27 de abril de 2015

Manzanas, ¿con piel o sin piel?


Un comentario llegado al blog el pasado viernes, me recordaba un par de preguntas que lancé al aire manzanero, hace ahora una semana: ¿Debemos pelar la manzana antes de comerla? ¿Es mejor comerla a mordiscos?

A nadie escapa que la manzana, al igual que todas las frutas, es necesaria en la dieta diaria para mantener la salud. Y por supuesto, a todos nos consta que en el mercado hay muchas variedades (Golden, Reineta, Granny Smith, Royal Gala,...) diferentes entre sí por su color, forma, aroma, etcétera.

Por cierto, la famosa manzana de Isaac Newton parece que era de la variedad Flower of Kent, caracterizada por su pequeño tamaño e intenso color verde y porque, según la leyenda, su caída dio pie a la crucial pregunta:

 ¿Por qué se cae la manzana y no lo hace la Luna?


Una cuestión de gravedad dicen.

Pero esa es una historia que merece su propio espacio y momento, por lo que vuelvo al asunto que nos trae hoy para decirles que, a pesar de sus diferencias, todas las variedades de manzanas poseen algo en común.

Tienen las mismas ventajas salutíferas al compartir muchos de sus nutrientes.

Sin intención de agotar el tema, veamos algunas de las primeras y otros tantos de los segundos.

Ácido ursólico
Para empezar las manzanas contienen ácido ursólico, un compuesto triterpénico pentacíclico, cuya ingesta produce en nuestro organismo diversos efectos biológicos: sedante, antiinflamatorio, antibiótico, antidiabético, antiulceroso, anticancerígeno, antimicrobiano, etcétera.

Todo esto sin contar que, recientemente, se ha descubierto que puede servir para reducir peso y fortalecer los músculos ya que ayuda, no sólo a conseguir su correcto crecimiento sino a evitar el desgaste de los mismos.

Por si esto fuera poco, el ursólico, también evita la atrofia muscular que se produce en muchas personas por la falta de actividad y el paso del tiempo.

En esta labor también interviene el potasio (K), del que esta fruta tiene un alto contenido, encargado, así mismo, de regular la actividad cardíaca.

Además, este ácido, resulta beneficioso para la salud de nuestro cabello, piel y demás fibras que componen el organismo, al ser un potente activador del colágeno que retrasa la mella que, el paso del tiempo, hace en nuestra piel.

Ya hemos apuntado que es un buen antiinflamatorio natural, y ahora incidimos en que también ayuda a controlar los niveles de colesterol en sangre, así como los de glucosa.

Pectina
Es un hidrato de carbono complejo, presente en casi todas las frutas, pero en muy altas cantidades en el caso de las manzanas, y que aporta toda una serie de beneficios para nuestra salud.

No obstante este hidrato tiene una peculiaridad.

A diferencia de otros, la pectina no es asimilada en el intestino, y eso la hace ser especialmente valiosa para nuestro organismo, por las repercusiones que tiene en el mismo.

Como se mezcla con los líquidos del intestino, forma una especie de sustancia gelatinosa que aumenta el tamaño de las heces y su movilidad, con las ventajas digestivas que ya se puede imaginar.

Pero es que además, con su presencia, se ralentiza la absorción de nutrientes como azúcares refinados y grasas, lo que ayuda a regular sus niveles, permitiéndonos utilizarlos mejor y aprovechar al máximo sus propiedades.

De este modo la pectina, una especie de fibra hidrosoluble, nos ayudará también a disminuir la sensación de hambre, ya que crecerá en el estómago dándonos sensación de saciedad.

Vitamina C, azúcares, ácido málico, fibra,...
Como seguro saben la manzana es una fruta muy rica en vitamina C. Se estima que basta comer una pieza, para así cubrir el quince por ciento (15%) de las necesidades diarias. Entre otras funciones, la vitamina C resulta básica, para mantener en buen estado piel y encías.

El ácido málico (C4H6O) y los azúcares solubles, también tienen un efecto beneficioso para la dentadura, al blanquear los dientes y prevenir las caries, debido a que mantienen un bajo valor de pH que ralentiza la proliferación de los microorganismos que la producen.

Y por supuesto la fibra, con su fundamental contribución en un regular funcionamiento del intestino.

Dicho lo cual, y si se fija bien, siguen quedando sin respuestas las preguntas del amable comentario, ¿con o sin? (Continuará)

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