Que la Luna llena no tiene en absoluto ningún efecto sobre los partos es un hecho que resulta, hasta cierto punto, fácil de verificar y que, por supuesto, se ha realizado en numerosas ocasiones.
Por ejemplo por parte de los mismos hospitales, que disponen de docenas o centenares de miles de registros de nacimientos producidos a lo largo de muchos años.
Y como nada más fácil que mirar cuántos niños nacieron cada día de forma espontánea, y cómo estaba la Luna en dichas fechas, los resultados obtenidos de su correcto análisis e interpretación no se hicieron esperar.
Independiente de la institución donde se hayan realizado (hospitales, centros de investigación, etcétera) o del país de donde procedan los datos (EEUU, Francia, España, etcétera), estos siempre han sido negativos.
La mentira de la “gran partera”
No ha habido forma de hallar un patrón, de establecer una correlación entre Luna llena y mayor frecuencia de partos espontáneos. De ejemplo les traigo un estudio de la Universidad de Castilla la Mancha, sobre el porcentaje de partos en las distintas fases lunares:
xxxxxLuna nueva: 26,0% de partos xxxxxxxxxCuarto creciente: 25,2 % de partos
xxxxxxLuna llena: 23,9 % de partos xxxxxxxCuarto menguante: 24,9 % de partos
Y lo segundo que se observa un ligero aumento, ¡pero en la fase de Luna nueva! O sea, en contra de la creencia popular que afirma que se producen un mayor número de nacimientos durante la fase de plenilunio.
Eso es lo que nos dicen la inmensa mayoría de las investigaciones realizadas. Nacer en luna creciente, menguante, llena o nueva es un fenómeno puramente aleatorio.
Como cuenta Daniel Closa en 100 mitos de la ciencia: “Tiene más efecto sobre el número de nacimientos el hecho de que nueve meses antes el Barça gane la Liga, que cualquier ciclo lunar”.
La distribución es equiprobable en cualquier día del mes lunar. Una afirmación que es extrapolable a otros incidentes.
Estadística y efecto Transilvania
Ya saben que la creencia popular atribuye a la Luna llena la autoría de ciertos cambios sobre el comportamiento humano, de ahí la popular palabra “lunático”. Una influencia responsable, supuestamente, de que los días de Luna llena o previos a ella, los servicios de urgencias de los hospitales reciban más parturientas y pacientes con episodios físicos y psiquiátricos agudos.
Otra cosa es lo que dice la ciencia a partir de los datos recabados.
De los valores estadísticos se deduce que en plenilunio no hay más suicidios, ni más crímenes, ni más accidentes de tráfico, ni más delitos, ni más incendios, ni más dramas familiares, ni más partos espontáneos, ni más ingresos hospitalarios que en noches con luna menguante o creciente o nueva.
De modo que cuando se superpone un calendario con los ciclos lunares y la distribución del número de estos sucedidos, no se encuentra correlación alguna entre ellos y la fase lunar.
Nada nos invita a pensar que exista una dependencia entre la atracción gravitatoria de la luna y cualquier tipo de proceso bioquímico, como por ejemplo la variación de los niveles hormonales en sangre.
Resumiendo. No se ha podido demostrar matemáticamente que haya dependencia, y sí que no existe correlación estadística entre los datos. Eso es lo que dicen las pruebas.
El pesado peso de las pruebas.
Que sin embargo resulta ser liviano para determinadas personas, convencidas de la veracidad de las, demostradas, erradas creencias ¿Por qué? ¿Por qué tantas personas creen que la Luna llena influye en el parto humano?
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