sábado, 5 de octubre de 2013

Mosca de la fruta


O del vinagre como también se la conoce. Su nombre científico es Drosophila melanogaster, un díptero braquícero de la familia Drosophilidae, pero comúnmente se la conoce por mosca de la fruta, dado que se alimenta de manzanas, bananas, uvas, etcétera cuando están en proceso de fermentación.

Durante su vuelo, y al igual que otros muchos insectos, completan la información de sus ocelos con un sinfín de cerdas cuticulares. Una especie de pelos que les informan de la fuerza y dirección del viento.

Una información crucial que les posibilita modificar el ángulo y la dirección de vuelo afín de ahorrar toda la energía posible. Recuerden la ley de la economía universal.

La Drosophila es una especie que el hombre utiliza, de forma frecuente, en experimentación genética, dadas las múltiples ventajas que ofrece.

Para empezar se reproducen rápidamente y tienen un breve ciclo de vida (15-21 días). Dos circunstancias que permiten estudiar muchas generaciones en un corto espacio de tiempo.

Además posee un reducido número de cromosomas (4 pares), lo que ha facilitado que ya se conozca (2000) el mapa completo de su genoma.

Y para acabar, aproximadamente, el 61% de los genes de las enfermedades humanas que se conocen tienen una contrapartida identificable en el genoma de las moscas de la fruta. Y el 50% de las secuencias proteínicas de la mosca tiene análogos en los mamíferos.

O sea. Que si de lo que se trata es de investigar, nuestra mosca frutera puede reemplazar a los humanos, con toda facilidad. Lo que supone todo un hallazgo. 

De ahí que a principios del pasado siglo XX, fuera seleccionada como animal de experimentación genética por el genetista estadounidense Thomas Morgan (1866-1945).

Un tema interesante éste de la mosca. Habrá que enrocarlo.


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