(Continuación) Esta cita que les traigo hoy tuvo lugar ya en tierra. Justo en los instantes siguientes al aterrizaje. Es otra de las ciertas. Les pongo en antecedentes.
Durante su órbita alrededor de la Tierra, a una velocidad lineal de 28 000 km/h, se produjo un fallo en el mecanismo de separación de la cápsula espacial Vostok.
Fallo que propició que ésta aterrizara en un lugar, sensiblemente, desviado del punto de aterrizaje previsto.
Vamos que nuestro hombre tocó tierra donde Dios quiso. Sabido es que el hombre propone y Dios dispone.
El caso es que su paracaídas cayó en unas tierras de labranza, a las 10:20 h de aquel día. Y fueron una campesina de Tajtarova (Siberia) y su nieta, las primeras personas en ver la silueta del cosmonauta, andando por el campo y cubierto con su mono naranja.
Una visión para ellas más que sorprendente. Lo que no significa que se asustaran. De hecho la mujer, aunque muy nerviosa, le dirigió la palabra. Más o menos la conversación discurrió así:
- “¿Vienes de allá arriba?”, preguntó la anciana.
- “Ciertamente, sí”, dijo Gagarin que, para calmarla, se apresuró a añadir:
- “Pero no se alarme, soy soviético”.
No hubo tiempo para más. En seguida un helicóptero MI-4 del ejército soviético, lo recogía y se lo llevaba. Alto secreto. Los latinos lo llamaban manu militari. (Continuará)
1 comentario :
Encuentro estas entradas de lo más interesante.
Gracias y enhorabuena por el blog
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