Por orden cronológico de dicha evolución tecnológica, y sin ánimo de agotar el tema, éstos se pueden clasificar en cuatro (4) grupos:
1) Vehículo híbrido. Es el primer eslabón lógico en la evolución del vehículo eléctrico. Funciona con dos motores, el principal que es de combustión y el auxiliar que lo complementa que es eléctrico.
Según las necesidades el vehículo puede funcionar en modo solo eléctrico, solo en combustión o los dos simultáneamente. En este tipo, las baterías que alimentan el motor eléctrico se recargan, exclusivamente, por la acción del frenado o por el motor de combustión.
En funcionamiento solo eléctrico su autonomía es de, tan solo, unos 60 km.
2) Vehículo híbrido eléctrico enchufable. Es el siguiente paso. Lleva asociado al motor principal de combustión uno eléctrico que lo complementa, reduciendo de esa manera los consumos y las emisiones.
Su funcionamiento es como el anterior con la diferencia de que la batería se recarga directamente en la red eléctrica.
Esta prestación mejora los consumos y las emisiones de CO2 respecto al solo híbrido, al poderse evitar la carga de la batería por medio del motor de combustión.
En contrapartida necesita la implantación de un sistema de recarga. Una infraestructura de las ya comentadas electrolineras. Un enchufe a pie de calle o en el garaje, sea éste público o privado.
3) Vehículo eléctrico de batería. Están propulsados únicamente por un motor eléctrico y hay que recargar sus baterías enchufándolas a la red eléctrica.
En la actualidad es un vehículo, por lo general, de pequeño tamaño y está pensado para una utilización urbana o semiurbana.
Según los modelos su autonomía oscila entre 80 y 200 Km.
4) Vehículo eléctrico de autonomía extendida. Representa la tercera evolución. Tiene las mismas características que el eléctrico de batería, pero lleva además otra fuente secundaria.
Una que funciona como un generador interno para recargar las baterías, lo que permite aumentar la autonomía del coche.
Se trata de un pequeño motor auxiliar de combustión que recarga las baterías en el caso de que éstas se agoten y no se tenga donde recargarlas. Nada más.
El motor de combustión no mueve el coche, sólo genera energía para recargar las baterías y así contar con una mayor autonomía para el motor eléctrico.
Según los modelos, la anterior autonomía entre 80 y 200 Km, se puede alargar con el motor de combustión, cargando las baterías, por encima de los 600 Km .
Otras alternativas
En una sociedad que camina hacia una circulación más sostenible y menos contaminante, la llegada de los coches eléctricos no ha sido suficiente.
Además de estas cuatro líneas de desarrollo de tracción automovilística, desde hace un tiempo, se viene trabajando en otras direcciones.
Dentro de ellas, y con desiguales resultados, se encuentran los vehículos con pila de combustible y, como rival más directo a los eléctricos, los vehículos propulsados por hidrógeno.
Es probable que en otras entradas tratemos estas otras alternativas. Pero no hoy que desearía dar respuesta a otra cuestión planteada. La de las electrolineras. Que por otra parte, ¿dónde están?
1 comentario :
muy clarificador esta entrada
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