[Esta entrada apareció publicada el 19 de julio de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Además de por su supuesta aportación geómetra (Teorema de Napoleón) no faltan vínculos documentados del interés del emperador tanto por las nuevas disciplinas y teorías científicas como por los novedosos inventos de la época. Dejado atrás el crimen contra Antoine Lavoisier, padre de la Química Moderna guillotinado en 1794, Francia comenzaba a ser la potencia científica por excelencia y vivía su Edad de Oro de la Ciencia.
De hecho, sirva como detalle significativo que ese
mismo año el ejército, al tomar la ciudad de Maastricht, Países Bajos, tenían
orden de no bombardear un barrio en concreto: aquel en el que vivía un
canónigo, un tal Godin, del que se sabía guardaba en su casa el cráneo intacto
de un gigantesco reptil acuático, el Mosasaurio.
Se cuenta que prometieron a la soldada hasta 600 botellas de vino para quien lo encontrara y, desde entonces, el cráneo se exhibe en Francia. El Mosasaurus (“lagarto del río Mosa”) es un género extinto de saurópsidos mosasáuridos que vivió durante el Maastrichtiense en el período Cretácico (era Mesozoica), hace de esto entre 70-66 millones de años.
Se trató, no solo del primer género de mosasaurio en ser nombrado sino del primer género de reptil prehistórico que lo fue, y tras él estaba el emperador. Napoleón y la palentología. Volviendo a la geometría euclídea, se atribuye también al ajacio el Problema de Napoleón, no confundir con el teorema, que podríamos enunciar como ‘encontrar el centro de una circunferencia, utilizando solo un compás’.
Y sí, de nuevo no
tenemos pruebas de la autoría o resolución por su parte, pero sí del matemático
italiano Lorenzo Mascheroni que lo incluyó en su Geometria del
Compasso de 1797, aunque con una resolución diferente a la atribuida a
Napoleón.
Mascheroni demostró que cualquier construcción geométrica que se pueda realizar con regla y compás también se puede solo con compás, un influyente texto que por cierto dedicó a su amigo y protector Napoleón Bonaparte. Sin entrar en detalles la idea es que, dada una circunferencia y su centro, se trata de dividirla en cuatro arcos iguales empleando solo un compás, o lo que es lo mismo, hallar los cuatro vértices de un cuadrado inscrito en la circunferencia.
Y para ir acabando, un punto geómetra más, bueno, perdone el juego de palabras, dos: los conocidos como “Puntos de Napoleón” también atribuidos a él sin mucha base, que se encuentran en el Triángulo de Napoleón. El N1, a partir de dibujar los tres triángulos equiláteros exteriores de los lados del triángulo inicial y, el N2, de dibujar los tres triángulos equiláteros interiores.
Pero nuestro
hombre, aunque no era mal matemático, sabía que necesitaba rodearse de expertos
al igual que en otras disciplinas, Napoleón realmente amó la ciencia.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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