Y que sin duda mejoró cuando, cuatro (4) años después, nacía la única hija del matrimonio, Augusta Leigh Byron (1783-1851).
Única porque, por desgracia, tan solo un año después moría la madre. Una pérdida tremenda para cualquier familia.
Y como además persistían las necesidades económicas y las deudas no dejaban de aumentar, John "Mad Jack", repitió la jugada del matrimonio y se casó con otra rica heredera, Catherine Gordon (17XX-1811).
Ella es la madre de George Gordon Byron (1788-1824), el poeta romántico coprotagonista de esta historia. Y como hizo su antecesora, la madre de Augusta, se tuvo que hacer cargo con su fortuna personal, de las numerosas y muy elevadas deudas de su marido.
Tan cuantiosas resultaron ser que tuvo que vender sus tierras y hasta su propio título nobiliario para cubrirlas. En fin. Una joya de hombre, el tal John, cuya historia dejo aquí para que sirva de referente a la que ahora viene.
Que es, claro está, la de su hijo George. Quien a tenor de lo expuesto bien le podríamos aplicar el conocido refrán en clave de herencia genética: “De casta le viene al galgo...”.
“..., el ser rabilargo”
Esta parte de la historia del poeta arranca a principios de la segunda década del siglo XIX. En concreto en 1811, al regreso de un viaje de un par de años que realizó por buena parte de Europa, a donde había huido dejando “ciertos problemas” en Inglaterra.
Bien, pues nada más llegar a la pérfida Albión, no sólo le seguían esperando los viejos problemas que dejó, sino que nuevas desgracias se le empezaron a acumular.
Empezando porque en ese mismo año y en el plazo de un mes, murieron su madre y dos de sus mejores amigos. Unas luctuosas circunstancias personales que le sumen en la desesperación y le llevan a obsesionarse con la muerte.
Además, las deudas contraídas por su elevado ritmo de vida no dejaban de crecer, lo que no hacía sino aumentar su estado de angustia. Un estado al que no ayudaba la persistente mala fama que le hizo abandonar dos años antes Inglaterra.
Y que ahora continuaba, al seguir manteniendo una vida disipada en la que sabemos hubo una larga sucesión de escándalos diversos, denuncias de prácticas homosexuales y, como ya se imaginan, el escándalo que supuso la acusación de incesto con su medio hermana por parte de padre, Augusta Leigh.
Entre medios hermanos
Por la documentación existente se sabe que los hermanastros, Augusta y George, no crecieron ni se educaron juntos. De hecho su relación no comenzaría hasta 1804 cuando se escribían cartas con cierta regularidad. Ella tenía veintiún (21) años y él dieciséis (16).Pero no sería hasta siete (7) años después, en 1811, cuando la relación entre hermanastros, por las circunstancias ya comentadas de él, se hizo más próxima e intensa. Tan intensamente se aproximaron el uno al otro que parece ser que se enamoraron.
Lo que ya era un grave problema por sí mismo al ser hermanastros y que se complicaba más aún pues por aquél entonces Augusta ya estaba casada con un primo suyo. (Continuará)
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