Pero creo que estoy concretando demasiado y con ello perdiendo perspectiva. De modo que como comienzo quieren las cosas, para los intereses de esta historia mejor les sitúo.
Estamos en Inglaterra a finales de la primavera de 1816. Acababan dos décadas de guerras napoleónicas en las que los británicos, por motivos de seguridad, no habían podido abandonar la isla.
Y por fin, ese año, se les permitía viajar al continente.
Una oportunidad que solo unos pocos centenares de privilegiados isleños, adinerados claro, aprovecharon. Algunos emprendieron el viaje rumbo a Italia. Y entre ellos un grupo de jóvenes que iniciaban de esta forma su veraneo.
No era un grupo cualquiera y que con el tiempo pasaron a ser conocidos por la “liga del incesto”. Como lo leen.
Liga del incesto
La formaban el renombrado poeta Lord Byron, anfitrión de la invitación al viaje continental y motivo del calificativo de la liga; John William Polidori, escritor inglés y médico personal de Lord Byron; el poeta Percy Shelley y su amante Mary Godwin; y Claire Clairmont, quien por cierto estaba embarazada de Byron, y que acompañaba a su hermanastra Mary. En fin, un grupo de lo más interesante. Algo que ya de entrada salta a la vista, nada más ver sus componentes.
Empezando por el afamado George Gordon Byron, Lord Byron (1788-1824), que ya saben también fue el padre de la ‘princesa del paralelogramo’.
O lo que es lo mismo, de Ada Augusta Byron o Ada Lovelace, co-creadora de la máquina analítica junto a Charles Babbage. La Ada a la que algunos consideran la “primera programadora en la historia de los ordenadores” y la “madre del software”.
Y siguiendo por una jovencísima Mary Goldwin (1797-1851), hija del escritor y político William Godwin y de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft.
Villa Diodati
Sin embargo, camino de Italia, y sin que esté clara la razón, el grupo encabezado por Lord Byron decidió quedarse en Suiza, en Cologny, cerca del lago de Ginebra en una mansión de nombre Villa Diodati.Pero el tiempo no estaba muy veraniego. Fue, lo que se dice, un verano tormentoso en lo meteorológico.
De hecho tuvieron que pasar la mayor parte del tiempo encerrados en el hotelito, pues casi todos los días llovía o hacía frío. Para que se hagan una idea, a ese de 1816 lo llamaron el “año sin verano”. No les digo más.
Y para matar el aburrimiento, una de esas tardes como tantas otras, se reunieron alrededor de una chimenea. No hay una imagen mejor para la creación artística que la de un grupo de personas en torno a un fuego.
Lo ha sido así desde que el hombre es hombre.
Y como esta reunión terminaría siendo histórica, les doy la fecha, 15 de junio de 1816, para que conste (Continuará)
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