(Continuación) Pero ya de la que va, y a propósito de pie como unidad de longitud, decirles que pertenece a ese conjunto de unidades no métricas utilizadas en Estados Unidos y Reino Unido. Ya saben los hijos de la pérfida Albión.
Su símbolo, el de la unidad, es ft (del inglés, feet) o una comilla simple (´) y su equivalencia en el Sistema Internacional de Unidades (SI), usado prácticamente en todos los países del mundo, es de 0,308 40 m.
Con respecto al SI, instaurado en 1960 en la XI Conferencia General de Pesas y Medidas, recordarles que es el sucesor del antiguo Sistema Métrico Decimal, implantado como sistema universal por el Tratado del Metro (París, 1875) y confirmado por la primera Conferencia General de Pesas y Medidas (París, 1889).
Esta es la razón por la que el SI también es conocido como Sistema Métrico.
Para lo que no tengo explicación es para el hecho de que en la disciplina de la aeronáutica, se siga utilizando el pie como unidad de altitud, recuerden los altímetros de los aviones que vemos en las películas. Una cuestión de inercia tal vez.
Por último resaltar una evidencia.
El que el hombre estandarizara el proceso de medición, mediante unos instrumentos de valor consensuado, no fue más que una consecuencia práctica que se desarrolló a partir de las necesidades cotidianas de la gente; me refiero a profesionales como constructores, comerciantes y buhoneros.
Trato de decir que mucho antes de convertirse en instrumentos de la ciencia, reglas y balanzas ya ayudaban al hombre a la hora de medir telas y cereales.
De modo que las nociones más básicas y elementales de longitud, volumen, masa, tiempo, ya fueron cuantificadas en la antigüedad y trasladadas después a la física, ciencia de la medida, que las asumió como magnitudes físicas.
No podía ser de otra forma. El nacimiento de la ciencia moderna y su rápido desarrollo a partir del siglo XVI, puso en flagrante evidencia la falta de un sistema estandarizado de unidades.
Por suerte el clima de cambio radical, tanto político como social que conmovió Francia durante su Revolución, propició estas atrevidas innovaciones que la ciencia necesitaba tan desesperadamente.
Todo empezó en 1790 cuando el obispo Talleyrand planteó el problema en la Asamblea Nacional de Francia, haciendo a su vez una propuesta. Establecer un sistema de pesos y medidas, tomando como base la longitud del péndulo que bate segundos a la latitud de 45º.
Nada nuevo por otra parte.
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