Hasta cierto punto no debería ser así, al menos para el común de los mortales. Lo digo porque dicen que lo poco gusta y lo mucho cansa. Y es verdad.
Como verdad es que se producen dos (2) eclipses de sol al año, cuando no tres (3), de los que, además, sabemos cuándo y dónde ocurrirán, entonces, ¿dónde está la fascinación?
No. No parece lógico el asombro que nos producen. Sin embargo...
Sin embargo ya lo ven
Siempre hay un pero en el cesto de las manzanas científicas, y éste proviene de un hecho más que conocido. Resulta que casi todas las cosas, vistas de cerca, no suelen ser como nos parecen de lejos. Y como la ciencia suele observar de cerca, muy de cerca, pues ahí lo tiene.Así es como yo veo el asunto de los eclipses solares. Porque si bien es cierto lo de su frecuencia anual (dos o tres), no lo es menos que: a) sólo algunos de ellos son visibles desde lugares habitados por el hombre y aunque así sea; b) únicamente unos pocos de ellos lo son en continentes enteros tan poblados como Europa, de modo que; c) es muy infrecuente la coincidencia de un eclipse total de sol y una ciudad habitada y asimismo, en esta ocasión; d) cómo dejar de lado lo que de exclusivo tiene, la coincidencia de eclipse (total o parcial), equinoccio y noche de superluna. O sea que sí.
Es normal que los eclipses sigan teniendo su tirón para la gente profana en los asuntos astronómicos. Porque para los científicos, estos espectaculares fenómenos siempre han tenido, tienen y tendrán su interés.
Para lo que sirven los eclipses de Sol
Como seguro saben los científicos, desde hace siglos estudian a nuestro astro, nuestra fuente de vida. Y consciente del efecto perjudicial que su observación directa tiene para nuestra visión, lo hace en las condiciones más favorables. Por razones evidentes, una de ellas es cuando tiene lugar un eclipse solar. No son pocos los conocimientos que tenemos de nuestra estrella, y que se descubrieron en esas circunstancias de menor luminosidad.
Gracias a la disminución de su radiación por estar interpuesta la Luna, los científicos han podido contemplar y tomar mediciones de diferentes magnitudes relacionadas con: la corona solar, las protuberancias de su capa externa, las llamaradas que habitualmente no se ven, las radiaciones que están minimizadas por las del núcleo de la estrella, etcétera.
Y si hablamos de para qué sirven los eclipses les enlazo, en clave de humor, con una entrada de hace ya unos años ‘Eclipse de Sol en el Instituto’, que espero les divierta.
Eclipse solar y Proba-2
Supongo que habrán visto muchas de las espectaculares tomas, que de este eclipse han aparecido en los medios de comunicación. A mí en particular me ha llamado la atención la realizada por el satélite Proba-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA).Desde su posición privilegiada en el espacio, este pequeño satélite ha utilizado su generador de imágenes SWAP, para grabar a la Luna pasando por delante del Sol.
Sin duda uno de los mejores, por no decir el mejor de los escenarios para “ver” este espectáculo astronómico. El SWAP es un instrumento diseñado para observar el disco solar en longitudes de onda (λ) del ultravioleta extremo (EUV), lo que le posibilita detectar las turbulencias de la superficie del Sol y su corona.
Pero el estudio de los eclipses tiene otras muchas aplicaciones. Por ejemplo también sirvieron para demostrar que Einstein tenía razón con una de sus intuitivas ideas.
En particular con aquella que venía a decir que, la atracción gravitatoria de una estrella es capaz de modificar, incluso, la radiación emitida por otra.
Pero eso es lo que dice la teoría que va a pasar, mas, ¿qué nos muestra la práctica? Mucho me temo que tendremos que hacer un relativista viaje en el tiempo para saberlo.
Mejor será entonces que lo dejemos para otra entrega.
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