Ahora sí. Pero no tema. Apenas les voy a escribir sobre el pasado eclipse de sol, pues ya pasó. Era el último gran fenómeno astronómico de este invierno y el primero de este año, por lo que tenía su aquel. Pero ya fue.
Además, y como ya habían adelantado los expertos, fue un eclipse puntual pero esquivo.
Un eclipse puntual
Puntual porque ya desde siglos antes de Cristo, por ejemplo, los caldeos sabían que los eclipses solares se producían a intervalos de tiempos iguales; o lo que es lo mismo, se repetían de forma regular y con precisión.De su atenta observación dedujeron que la especial configuración (distribución en el espacio) entre los tres cuerpos (Sol, Tierra y Luna) tenía lugar, aproximadamente, cada doscientas veintitrés (223) lunas.
Que es como decir cada dieciocho (18) años y once (11) días o seis mil quinientos ochenta y cinco coma treinta y dos (6 585,32) días.
Es lo que en el campo de la astronomía se conoce como saros, el tiempo que tiene que transcurrir para que vuelvan a estar Luna y Tierra en la misma posición orbital, y se pueda repetir el eclipse. Una especie de periodo físico, por tanto.
Un eclipse esquivo
Y esquivo porque la localización en algunos casos, las nubes en otros o la mezcla de los dos, impidieron a muchos ver cómo se oscurecía el día ante sus propios ojos.En España, ya estará al tanto, los primeros en ver el eclipse fueron los que en ese momento estaban en la isla canaria de El Hierro, donde el fenómeno empezó a las 7 h 44 min, hora local.
Fueron los primeros en verlo pero, por sus coordenadas terráqueas, estaban en el lugar nacional donde la magnitud del eclipse iba a ser menor. Se estima que allí se ocultaría la mitad de la superficie del astro.
Claro que a favor tuvieron un cielo despejado. Vaya lo uno por lo otro.
Ya en la península, nuestro satélite empezó a ocultar a la estrella en Cádiz; lo hizo a las 09 h 2 min. Y dejó de hacerlo en Gerona, donde finalizó entre las 11 h 6 min y las 11 h 31 min.
Eclipse solar y red eléctrica
Entre ambos momentos, hubo lugares de España donde se pudo perder hasta el ochenta por ciento (80 %) de la radiación solar y, además, durante varios minutos. Unos números que aumentan conforme subimos hacia Europa.Un oscurecimiento tal que, a algunos expertos en la cosa esta de la energía, les hizo pensar en una disminución de suministro de energía solar a tener en consideración. Al menos lo suficiente como para preocuparse, por un posible desabastecimiento eléctrico en el Viejo Continente. Algo lógico.
No obstante fue una alerta injustificada, ya que no se notó en absoluto. Un nulo impacto en el sistema eléctrico que resulta tranquilizador. A juzgar por esta experiencia, todo apunta a que nuestra “cesta energética” puede superar estos previsibles, pero inevitables, desabastecimientos.
“Cesta energética española”
Pero claro, nuestro “mix energético” es el que es y está formado de lo que está formado. Por lo que tengo leído, en el sistema eléctrico español, las plantas solares suponen el seis como cinco por ciento (6,5 %) de la potencia instalada y el tres por ciento (3 %) de la electricidad generada. Unas cifras absolutas y relativas muy bajas.
Además, a día de hoy como dijo aquél, el parque nacional está más que saturado pues dispone de una potencia de más de ciento ocho mil megavatios (108 000 MW).
Recordar de los tiempos escolares que un dispositivo tiene una potencia de un vatio (1 W) cuando es capaz de suministrar una energía de un julio (1 J) por cada segundo (1 s) que transcurra de tiempo.
Y que el prefijo mega (M) pertenece al Sistema Internacional de Unidades, equivalente a un millón (1 000 000 o 106).
Quiero decir, sin entrar en más detalles numéricos, que una supuesta parada o ralentización de las plantas solares sería más que asumible, de forma rápida y fácil, por cualquier otra fuente de energía.
Sin ir más lejos, la de gas. Cuyas centrales leo que están al catorce por ciento (14 %) de su capacidad. Así que es para estar contentos, pero vamos, no como para tirar cohetes.
Y vuelvo al principio. Al exacto conocimiento que el hombre tiene de estos fenómenos, desde hace siglos. Porque los eclipses son unos viejos conocidos nuestros.
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