Ya ha sido enrocada y en más de una entrada, esta milenaria aleación conocida como acero, mezcla del metal hierro (Fe), con una cantidad variable de carbono (C) y otras sustancias químicas simples como manganeso (Mn), aluminio (Al) y níquel (Ni).
Y en ellas apuntamos algo sobre el importante papel que ha jugado en la historia del hombre, y lo clave que resulta su uso en sectores como los de la construcción o la fabricación de vehículos. Pero eso fue hace ya casi, casi, cuatro (4) años.
De forma que ahora añado a esa información, que este uso del acero ha ido descendiendo de forma progresiva en los últimos años. Como botón de muestra sirva este ejemplo automovilístico.
Si de media en 1995, hace ya veinte (20) años, la cantidad de acero que contenía un automóvil era del sesenta y ocho coma uno por ciento (68,1%), en 2011, hace cuatro (4), ésta ha pasado a ser del sesenta coma uno por ciento (60,1%).
Es decir que ha disminuido un doce por ciento (12 %), lo que no está mal.
También añado a esa información la razón de esa disminución, y que en este mundo de oferta y demanda, viene de la mano de esta última. Sencillamente, la industria actual, pide materiales no sólo resistentes como lo es el acero, sino “ligeros” y dúctiles.
En realidad, más resistentes, más “ligeros” y más dúctiles para así satisfacer las nuevas normas de eficiencia energética que, por ley, han de cumplir los sistemas de ingeniería en la actualidad.
Y naturalmente en esa dirección se han dirigido las últimas investigaciones realizadas sobre diferentes aleaciones, si bien no en todas se han obtenido los resultados esperados.
Lógicamente, para el caso del acero, una de las vías emprendidas hace unos años fue la de añadir más aluminio a la mezcla de hierro y carbono. Por desgracia todas terminaron siendo un callejón sin salida.
Si bien más “ligero” por la nueva composición, el acero obtenido resultó ser un material quebradizo que no podía ser estirado o doblado sin romperse. En definitiva una aleación demasiado débil para su uso industrial y doméstico.
Pero las ciencias adelantan que es una barbaridad. Y hace unas fechas la prestigiosa revista Nature publicó un artículo sobre un nuevo acero de baja densidad.
Tras el mismo se encuentran investigadores del Instituto de Tecnología del Hierro (GIFT POSTECH) de la Universidad de Pohang, en Corea del Sur. Y según estos científicos creen haber desarrollado una técnica de fabricación, que permitirá obtener un material muy, muy, resistente y dúctil.
Un acero mucho más “ligero” y maleable que cualquiera de los conocidos, capaz de soportar deformaciones mecánicas sin llegar a romperse, gracias a su novedosa microestructura compuesta de hierro, carbono, manganeso, aluminio y níquel.
Habrán observado el entrecomillado de “ligero” como propiedad física del acero, mientras que otras como resistencia, ductilidad o maleabilidad no lo llevan.
Quizás convenga abrir un paréntesis aclarador de estas propiedades, desde el punto de vista de la ciencia, y tras cerrarlo explicar lo que se sabe del nuevo tipo de acero.
Desde ya les adelanto que es menos denso, entre otras características.También añado a esa información la razón de esa disminución, y que en este mundo de oferta y demanda, viene de la mano de esta última. Sencillamente, la industria actual, pide materiales no sólo resistentes como lo es el acero, sino “ligeros” y dúctiles.
En realidad, más resistentes, más “ligeros” y más dúctiles para así satisfacer las nuevas normas de eficiencia energética que, por ley, han de cumplir los sistemas de ingeniería en la actualidad.
Y naturalmente en esa dirección se han dirigido las últimas investigaciones realizadas sobre diferentes aleaciones, si bien no en todas se han obtenido los resultados esperados.
Lógicamente, para el caso del acero, una de las vías emprendidas hace unos años fue la de añadir más aluminio a la mezcla de hierro y carbono. Por desgracia todas terminaron siendo un callejón sin salida.
Si bien más “ligero” por la nueva composición, el acero obtenido resultó ser un material quebradizo que no podía ser estirado o doblado sin romperse. En definitiva una aleación demasiado débil para su uso industrial y doméstico.
Pero las ciencias adelantan que es una barbaridad. Y hace unas fechas la prestigiosa revista Nature publicó un artículo sobre un nuevo acero de baja densidad.
Tras el mismo se encuentran investigadores del Instituto de Tecnología del Hierro (GIFT POSTECH) de la Universidad de Pohang, en Corea del Sur. Y según estos científicos creen haber desarrollado una técnica de fabricación, que permitirá obtener un material muy, muy, resistente y dúctil.
Un acero mucho más “ligero” y maleable que cualquiera de los conocidos, capaz de soportar deformaciones mecánicas sin llegar a romperse, gracias a su novedosa microestructura compuesta de hierro, carbono, manganeso, aluminio y níquel.
Habrán observado el entrecomillado de “ligero” como propiedad física del acero, mientras que otras como resistencia, ductilidad o maleabilidad no lo llevan.
Quizás convenga abrir un paréntesis aclarador de estas propiedades, desde el punto de vista de la ciencia, y tras cerrarlo explicar lo que se sabe del nuevo tipo de acero.
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