Una posibilidad más que probable, el que interaccionaran los campos electromagnéticos de tantos dispositivos y máxime estando tan próximos. Un detalle técnico muy a tener en cuenta y de prever.
De modo que se pusieron manos a la obra. Realizaron todas las pruebas que consideraron oportunas y, por suerte, los resultados no pudieron ser más alentadores. Sorprendentemente no se produjeron interferencias.
Las posibilidades de que el robot pierda el equilibrio y se venga abajo por interferencias con las ondas emitidas desde los móviles, en principio, son muy, muy, escasas. Cierro paréntesis.
Y continúo con lo de la imposibilidad. Cuando los parapléjicos en los entrenamientos dieron esos veinticinco (25) pasos hasta el centro del campo y patearon el Brazuca, a Nicolelis le vino a la mente un momento parecido, protagonizado por otro hombre hace ahora cuarenta y cinco (45) años.
Parafraseó a Neil Amstrong tras pisar la Luna y dijo: “Esos veinticinco pasos supondrán un gran salto para la humanidad”. Y tanto que sí.
Miguel Nicolelis está considerado por Scientific American como uno de los veinte (20) científicos más importantes del momento.
Y es que el esqueleto inteligente tiene mucho, mucho, futuro.
Mucho futuro por delante y un pasado por detrás. Un pasado doble, porque uno es real y el otro de ficción. Empecemos por el final, con lo por venir.
Acerca del futuro
Aunque el diseño inicial ha sufrido muchas mejoras con el paso del tiempo, se han miniaturizado sus piezas, reducido el peso, etcétera, el equipo de científicos del Walk Again Proyect se muestra unánime.Será necesaria al menos una década más, para que se puedan unir cerebro humano con extremidades artificiales, manos, pies, piernas, brazos, como si fueran una sola cosa. Pero se conseguirá. Sólo será una cuestión de tiempo.
Y ni que decirles tengo, que aplicaciones médicas a esta maravilla científico-técnica no le faltarán. Desde enfermos de Parkinson, hasta pacientes con esclerosis amiotrófica lateral, pasando por otras enfermedades que invaliden a la gente para moverse.
Un casi milagro humano del siglo XXI, al que seguiría otro que tiene en mente Nicolelis. Ofrecer el exoesqueleto a la sanidad pública brasileña para que, de este modo, esté al alcance de cualquiera que lo necesite. Encomiable.
Claro que para eso habrá que salvar un importante escollo. El elevadísimo precio de la prótesis, que en la actualidad ronda los trescientos mil euros (300 000 €). Y en esto, el brasileño, puede hacer más bien poco.
No obstante, son muchos los que piensan lo que les dije al comienzo de la entrada anterior. La evolución de los exoesqueletos terminará convirtiendo a las sillas de ruedas en piezas de museo. Eso, para ellos, es algo que va a suceder, por la sencilla razón de que tiene que suceder.
Antes que después, los paralíticos tendrán movilidad propia gracias a sus exoesqueletos, y lo sentirán como una extensión de sus propios cuerpos. Como ellos mismos.
Ése es el extraordinario futuro previsto.
1 comentario :
Vaya pifia lo del exoesqueleto: lo lamento mucho.
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