O realizamos cualquier otra actividad deportiva, física o intelectual.
Seguro que muchos de ustedes saben a lo que me refiero. Incluso es posible que tenga una opinión, afirmativa o negativa, al respecto.
Tengo leído que hay quien dice que la audición musical, hace producir más leche a las vacas y hasta mejorar la apariencia de las plantas ornamentales. Impresionante de ser así. Pero lo relatan ellos, ojo. Eso cuentan.
Quien escribe no tiene, en estos momentos, ni siquiera una opinión formada al respecto que exteriorizar. Mucho menos una hipótesis científica que exponer. O una teoría que defender. Nada de nada y hasta aquí llego.
Pero aceptando lo anterior, no es difícil imaginar los efectos que la música puede tener sobre el estado de ánimo y el ritmo cardíaco de las personas. Dicen que escuchar música tiene efectos muy positivos en la circulación sanguínea a cualquier edad.
Y eso, qué duda cabe, es bueno para correr. De ahí la pertinencia de la cuestión que les traigo: ¿Influye oír música mientras corremos? ¿Qué tiene que decir la ciencia sobre tal afirmación?
Deporte y ciencia
No faltan estudios científicos que sustentan lo que, ya por propia experiencia sabemos: desde el punto de vista fisiológico somos más bien vagos. Los seres humanos, como todos los animales, somos vagos en lo que concierne a la actividad física. Intentamos esforzarnos lo menos posible y emplear el mínimo de energía en cada movimiento.
Es la universal ley de la economía que rige los fenómenos, cualquier tipo de fenómenos. También éste de la carrera (por deporte) humana. No es más que otro requisito (el de la vagancia), uno más, de la supervivencia animal, dentro del mecanismo de selección natural del proceso evolutivo.
Lo que en román paladino siempre se ha conocido como, la ley del mínimo esfuerzo.
Ella es la responsable de que, cuando corremos o caminamos, nuestro cuerpo intente siempre encontrar el paso y la cadencia en los que está más cómodo, en los que consume menos recursos y en los que se cansa menos.
Es lo natural. Lo que ocurre de forma espontánea, por sí solo.
Por eso, cada vez que intentamos salirnos de esa cadencia “fisiológicamente perezosa”, el cuerpo protesta e intenta regresar a ella. Y lo consigue en menos de cinco segundos (5 s), si es que no estamos al tanto e intentamos controlar esa, llamemos nuestra tendencia genética a la vagancia, con un “enorme esfuerzo consciente”.
Lo que es no natural. Y sucede de forma no espontánea, no por sí solo. Hay que provocarlo mediante un nuevo factor.
Les estoy hablando de los nunca bien ponderados: espíritu de sacrificio, cultura del esfuerzo, voluntad de superación, etcétera, tan asociados al deporte. Lo que está muy bien, pero no voy hoy por ahí. No.
La música amansa las fieras
Sin embargo, antes de llevarles a donde quiero, y a colación de los que les decía más arriba sobre lo de producir más leche las vacas y mejorar su apariencia las plantas ornamentales, a causa de la música, me gustaría matizar. No me consta la existencia una investigación científica independiente que avale lo anterior, pero estoy dispuesto a aceptar la duda razonable. Ya saben de mi preferencia por un improbable posible, antes que por un probable imposible.
Al fin y al cabo, de toda la vida de Dios se ha dicho que “la música amansa las fieras”. Un proverbio asociado, en este caso, a la idea de tranquilidad. Ése es el mensaje instructivo que transmite este enunciado breve, sentencioso e ingenioso.
Una paremia española que podemos aplicar tanto a animales irracionales como racionales y que podemos alterar, mejor dicho, invertir: La música enfurece a las fieras.
Y ahora sí. Si cambiamos fieras somos “nosotros” y enfurece por “nos hace correr”, ya estamos en la dirección prometida, la que relaciona deporte y música.
Deporte y música
Recientes investigaciones realizadas por un equipo de fisiólogos de la Universidad Simon Fraser en Canadá, sobre el ritmo de las carreras deportivas, apuntan en otra dirección bien diferente y, al parecer, menos esforzada: la musical. Tras una serie de estudios realizados con corredores y caminantes este equipo dispara, de forma bastante precisa y exacta según ellos, que se puede conseguir el mismo resultado deportivo oyendo una buena selección musical, mientras realizamos la actividad física.
¿Atina en el blanco o falla? ¿Es esto cierto o, por el contrario, no es para tanto?, se preguntará usted.
Pues bien. Depende a quien se dirija, le respondo.
Quienes creen en ello, la verdad es que se lo toman muy en serio. Partiendo de la idea que la música manda, tanto sobre el ritmo cardíaco, como sobre la eficiencia de la carrera, con ella se plantean conseguir el paso adecuado, quemar las calorías deseadas, alcanzar las pulsaciones óptimas y, además, no lesionarse.
Nada menos, oigan. Impresionante.
No quiero decir que les vaya la vida en ello pero, para estas personas, diseñar su play list perfecta, encontrar su música ideal para correr, termina siendo una auténtica obra de ingeniería.
Ni que decirles tengo que no faltan hipótesis al respecto y que se pueden encontrar múltiples listas musicales, para todos los gustos y corredores. Cada maestrillo tiene su librillo.
Cada maestrillo tiene su librillo
Por ejemplo el doctor Costas Karageorghis de la Universidad de Brunel, que ha estudiado durante más de veinte años los efectos de la música sobre el ejercicio físico, asegura que escuchar música mientras corremos puede mejorar el rendimiento, hasta en un quince por ciento (15%). Lo que no es un mal porcentaje, de poderse demostrar, claro.
Desde el análisis cuantitativo de los datos también asegura que la música, para realizar un ejercicio de moderado a intenso debe tener una frecuencia de entre ciento veinte (120) y ciento cuarenta (140) pulsos por minuto.
Lo que coincidiría en la música clásica con los tempos del allegro y el vivace.
Y desde el punto de vista cualitativo, apunta a la influencia que el contexto cultural y vivencial de cada deportista tiene sobre el rendimiento. Afirma que mientras a unas edades puede funcionar I like the way you move, de Body Rockers, a otras lo hará Dancing queen, de ABBA.
¿Qué música oír, entonces, mientras corremos?
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